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domingo, 25 de febrero de 2024

Flowers y el masturdating

Flowers y el masturdating



El otro día se hizo viral (vamos, que triunfó como la Coca cola) la hace ya mucho tiempo atrás niña Disney Miley Cyrus con su canción Flowers por la que recibió un Grammy. Miley es una artista redonda, polihédrica, que se inventa y se reinventa, un poco estilo Madonna: a veces acierta más, otras menos. 




Pero no quiero opinar sobre ella si no sobre la letra de la canción y un nuevo y superguay y modernísimo concepto que oí hace poco, el masturdating, que básicamente se basa en que uno puede hacer cosas por libre, a su bola, con el convencimiento de que no hace falta una pareja para salir de cena o ir de viaje, que uno, como en el autosexo, se conoce muy bien y suele discutir poco consigo mismo. Podríamos recuperar la adolescente frase «la masturbación está bien pero follando conoces gente».  


Si te vas de cena solo no tendrás que discutir o ceder: no acabarás en un japo carísimo cuando te apetece un apetitoso y barato pà amb tomàquet. Si viajas solo no podrás quejarte de que no has salido bien en las fotos porque el artista a ambos lados de la cámara eres tú; o de que te hacen madrugar demasiado (o que se levanta muy tarde y no os da tiempo de nada); o que no llegaste a echar la moneda en La fontana del porcellino porque tu compañera (o compañero, paz) estuvo cuatro horas haciéndose fotos en el Puente Vecchio o sufrió el Síndrome de Stendhal delante del David de Miguel Ángel y se quedó pasmada (o pasmado, paz) observándolo tan detenidamente y con una subyugación tal que te convenciste de que has de ir al gym a ponerte cachas como él si quieres conservar a tu pareja. 



Flowers ataca esta línea de pensamiento del masturdating y tiene, como se dice hoy en día «un mensaje muy poderoso»: correcto, pero ¿es mensaje bueno o mensaje malo? Me reservo para otro día un post sobre la tendencia al empoderamiento femenino «por encima de sus posibilidades» a la hora de buscar pareja, pero creo que va en la misma línea. 


Desde mi divorcio he sido soltero más tiempo del que he tenido pareja y he hecho muchas cosas solo: he cometido mucho masturdating (¡que dirían los curas de mi cole!) sin haberlo sabido. He cenado solo, he viajado solo, he ido a conciertos y museos solos. Y está bien, porque un fin de semana turisteando, una paella en un buen restaurante, o una semana en la playa, es mejor, aunque sea solo, que quedarse en casa viendo Machos alfa en Netlifx o un Madrid-Girona. 


Es genial que no necesites a nadie pero, salvo honrosísimas excepciones, a todos nos mejora la experiencia que alguien (aquí añadir un «a quien queremos» con las múltiples formas de amor y no alguien a quien no aguantamos y no nos divorciamos por los niños) nos haga las fotos, nos de conversación en la comida o nos ayude a completar la visita con detalles del David que no hemos visto. Y, si hay un poco de pelea, tampoco esta de más. 


En Flowers Miley Cyrus afirma orgullosa que ella misma se puede comprar flores, bailar toda la noche sin acompañante, cogerse la mano o hablar durante horas de cosas que él (evidentemente) no entiende. Para mí es un buen mensaje si entendemos la canción como una cuestión de supervivencia, como un acto pasajero en el que nos sentimos cómodos y a gusto con nosotros mismos, como una forma de no seguir con alguien que no nos aporta o no caer en el primer advenedizo que nos diga cuatro tonterías. Pero, quizás, deberíamos seguir entendiendo como sociedad que el «no necesito a ningún hombre» (o mujer, paz) es tan sano como no perder de vista que, a casi todos, nos gusta infinitamente más que nos regalen flores, que nos hagan mimos o que nos escuchen cuando contamos nuestros banales y mundanos problemas que vivir en una interminable sucesión de tan solo aceptables «masturdatings».  

sábado, 17 de febrero de 2024

Que por ti llore el Tigris

Que por ti llore el Tigris


Libro escrito de forma sencilla (frases y capítulos cortos) pero elegante, narra la historia de una chica iraquí que se queda embarazada de su novio antes del matrimonio lo que, en esa cultura, equivale a una sentencia de muerte. 


Opera prima de Emilienne Malfatto (Francia, 1989) periodista que fue reportera de guerra en Irak, lo que le da verosimiltud al relato. Traducción de Palmira Feixas (que nunca lo ponemos y me parece injusto). 



La escritora tiene dos libros más publicados Les serpents viendront pour toi y Le colonel no dort pas que no he encontrado traducidos al castellano.


Es un libro corto (101 páginas, Editorial Minúscula) narrado en primera persona por diversos personajes (la chica, el novio, los hermanos, la madre..) que transcurre de forma lineal desde el inicio hasta el final sin sorpresas. Muy fácil de leer nos transporta sin excesivos dramatismos a otro país con una cultura que, desde nuestro punto de vista, es inimaginable. Seguramente ese es el mejor punto del libro: poner el foco en unas realidades que vistas desde el primer mundo occidental nos parecen de otro planeta, con mujeres sin ningún tipo de derechos. 


EL río Tigris es espectador que narra desde fuera y no hace más que, combinado con la voz de Gilgamesh (héroe mesopotámico) dar entrada a cada capítulo y otorgarle un toque poético que quizás es lo que menos me ha enganchado del libro.  


Es perfecto para un club de lectura (ha sido la del trimestre en el club de nuestro hospital) porque creo que da pie a mucha discusión filosófica: por ejemplo, con respecto a lo que significa un heteropatriarcado de los de verdad o como Mesopotamia, que es la cuna de nuestra civilización, puede haber involucionado así. 


Es posible que el libro esté bien acabado y que diga lo que quería decir pero he echado de menos que los diferentes puntos de vista (desde cada personaje) tuvieran más profundidad. 


Un libro rápido y fácil de leer (en dos horas tirando largo lo finiquitas), sobre un tema siempre de actualidad como es la discriminación de las mujeres y que puede dar pie a confrontar opiniones y formas de entender la vida. 


Os dejo el link por si lo queréis comprar: 

Que por ti llore el Tigris

sábado, 27 de enero de 2024

Ben Affleck y el padre del niño del patinete

 Ben Affleck y el padre del niño del patinete

Empecemos por algo obvio. No conozco a Ben Affleck. Sé de él lo que sale en los medios y he visto unas cuantas películas en las que participa. Pero, desde el desconocimiento y la distancia, me cae bien. Mucho.

Quizás porque en el primer film en el que lo recuerdo, Persiguiendo a Amy, me sentí identificado con el perdedor que interpretaba, un looser con muy pocas luces y unas oportunidades sentimiento-sexuales únicas que desperdiciaba de forma lamentable. Desde ahí lo he ido siguiendo en sus diferentes trabajos (Mallrats, El increíble Will Hunting, Gone girl) y a través de las noticias frívolas de la prensa amarillista y el maravilloso mundo de X (antes Twitter) y el meme. Además, año arriba, año abajo, es de mi quinta. Ya, él los lleva mejor...



Yo compadezco a Ben. Entiendo por lo que está pasando, pobre. Porque sé que su vida es triste, porque sufre, porque su día a día es de un aburrimiento insoportable que lleva con dignidad cristiana y, en algo que me admira, le da absolutamente igual que todo el mundo lo vea. Se ve en su forma de actuar en las películas, cuando recoge un premio o acompañando a su mujer: sin disimular. La icónica escena (riámonos de Audrey Hepburn fumando o Rita Hayworth y su guante) cuando abre la puerta del coche a su esposa (J. Lo) para acto seguido rodear el coche de forma parsimoniosa hasta  al lugar del conductor y pegar un portazo, con esa pinta de parado que tiene que llevar a la pesada de su suegra a cien kilómetros de casa cuando juega el Barça, me fascina. O cuándo va a comprar donuts, se pega una siesta al sol en un embarcadero o se fuma un piti en la puerta del curro. 


Vosotros que no lo entendéis como yo pensaréis aquello de que «pero si está casado con Jennyfer López (J. Lo para los amigos) que está como un queso», u os dejaréis llevar con la bagatela de que cobra millones de dólares por película (patrimonio aproximado de 150 millones de dólares) o, si sois un poco cuñados, haréis la broma simplona de que le hicieron firmar un acuerdo prenupcial que incluía sexo cuatro días a la semana cuando para vosotros el sexo es tan solo un bonito recuerdo de la juventud. 


Pero Ben sufre, lo sé y en un caso claro de sororidad masculina (si eso existe) lo apoyo: estoy con él a muerte. Ben #yositeentiendo. Si lo encontrara por mi barrio (hay muchos guiris, por qué no), le invitaría a una (o tres) cervezas en el pub inglés más cercano y lo acompañaría de la forma más masculina, y me refiero a la masculinidad de antes, posible, bebiendo juntos sin decir mucho o, mejor, sin decir nada. pago yo.





Me acordé de Ben para este post cuando este domingo íbamos a casa de mi madre a tomar el café tras comer toda la familia en un restaurante de la zona. Contexto: zona bien (antes llamada zona alta). Nos cruzamos con una familia con padre y madre impecablemente vestidos y trío de niños de anuncio de ropa de marca cara, Nicoli por ejemplo, en patinete. Éramos muchos de la familia caminando juntos (cuatro) y posiblemente ocupábamos toda la calzada, más allá de lo que las buenas maneras aconsejan. Somos una familia de delincuentes, qué le haremos. 


El pequeño de los tres niños de anuncio que nos quería adelantar nos ordenó de forma claramente impertinente algo así como «Señores, aparten» acercándose peligrosamente con el patinete. Nótese que el niño fue maleducado pero, a la vez, con un cierto regusto de saber estar, de elegir bien las palabras, huyendo del tuteo: se nota el colegio de pago. Un poco como el «con tacones y tejanos, arreglá pero informal».  




El padre, que iba justo detrás del mini-energúmeno, cerrando la procesión familiar, le increpó  con un «Borja Mari, eres un maleducado» (vale, no recuerdo el nombre pero tiro de cliché) y le recriminó repetidamente su actitud arrabalera, dejando claro que estaba absolutamente hasta las narices (diría que hasta las pelotas pero soy un un fino estilista literario) de ese fruto de su amor. El buen padre se disculpó con nosotros cien veces, aunque de alguna manera parecía, de forma extraña, que el hijo no era suyo y que debía había sido educado por unos feriantes búlgaros. 


Y ahí me recordó a mi amigo (imaginario) Ben. Elegante, vestido de domingo, con una bufanda de ciento cincuenta euros, un abrigo de quinientos, con una mujer guapa y estilosa y tres hijos envidiables (el pequeño no tanto pero las dos niñas parecían creadas por IA como mis fotos) pero con ganas de emborracharse, pedir una máquina del tiempo y volver atrás para liarse con la chica que fumaba porros en el colegio y que ahora debe llevar tatuajes hasta en el escote. 


Porque los ricos también lloran, los que viven en pisos de 350 metros cuadrados también se ahogan en su casa y, por mucho que tengan familias de anuncio, también tienen derecho, como Ben, a estar hasta las pelotas de su preciosa mujer ideal que le obliga a tener sexo cuatro días por semana, de sus hijos de anuncio con los que claudican y aceptan que se comporten como los malos en película del far west, y de tener que pensar en que invierten esos miles de euros de más que les han caído en el bono anual de la empresa o esos milloncejos de su última película. 

sábado, 18 de noviembre de 2023

Mindfulness para asesinos

Mindfulness para asesinos

Libro ameno, divertido, fácil de leer y ciertamente original. Mindfulness para asesinos no será una gran literatura pero garantiza unas buenas tardes de lectura. Primer libro de Karsten Dusse (de dos). 


Mindfulness para asesinos


Empecemos por saber de qué habla el libro. ¿Qué es el mindfulness

La RAE define el término mindfulness de la siguiente manera: 

El anglicismo «mindfulness» puede traducirse por expresiones como «atención plena», «conciencia plena», «atención consciente» u otras similares, que, de hecho, circulan por numerosos textos de Internet.

Para Wikipedia

El mindfulness, es una actividad o estado mental consistente en estar atento de manera consciente e intencional a lo que se hace en el momento presente, sin juzgar, apegarse, o rechazar en alguna forma la experiencia.

Es practicado regularmente por personas que buscan desarrollar esa facultad de atención plena a través de unos ejercicios de meditación concebidos al efecto.

Está basado en la meditación Vipassana, una antigua técnica de meditación asociada al budismo, que consiste en "tomar conciencia del momento presente", "tomar conciencia de la realidad".

En resumen, el mindfulness combinaría meditación y concentración y sería el archi enemigo de unas de las lacras de nuestra época que sería la multitarea, el multitasking. Si no sois capaces de leer este post sin contestar un whats o levantar la vista del ordenador, no lo estáis practicando. 

Mindfulness

El libro parte de un abogado de la mafia, infeliz con su trabajo, con su matrimonio y con no poder practicar la paternidad como desearía, que cambia su vida gracias al mindfulness. Dusse lleva, ya queda claro en las primeras páginas, el concepto a la exageración, a aplicar las tácticas de relajación, meditación y atención plena hasta el absurdo. Y le funciona. 

Cada capítulo se inicia con un breve resumen de un concepto de mindfulness para solucionar emociones y problemas de la vida cuotidiana (despreocupación, celos, urgencia, miedo...) y una pequeña descripción de los ejercicios para afrontarlos, lo que hace que entiendas mejor el concepto de esta táctica de meditación. 

Me ha divertido hasta el punto de que en el primer capítulo solté una carcajada (y soy poco de carcajadas). Tiene la extensión justa y un buen final, nada precipitado y creíble, dentro de que es una historia claramente de ficción. No es altísima literatura pero está pulcramente escrito, con personajes (bastantes y que se diferencian perfectamente unos de otros) bien perfilados. Consigue (lo que para mí es un punto positivo añadido) que la esposa caiga realmente mal sin decir prácticamente nada malo de ella y que haya hombres con valores positivos (dentro de los negativos inherentes a ser un abogado de la mafia o un mafioso). En los días que corren a mi estos libros me reconfortan. 

Esta semana, mientras leía el libro, intenté practicar el Mindfulness. He de practicar más sin duda... Como curiosidad, el autor dice en varias entrevistas que lo aplica desde hace 7 años

Karsten Dusse
Karsten Dusse

Por si os animáis (repito, este libreo me parece muy recomendable) os dejo el link:  Mindfulness para asesinos

Y por si queréis profudizar en el mundo del Mindfulness (yo, la verdad, tengo cierta curiosidad) os dejo los que están considerados los mejores libros... si me animo ya os contaré. 

El poder del ahora de Eckhart Tolle 

El arte de vivir de Thich Nhat Hanh

domingo, 5 de noviembre de 2023

De animales y niños.

De animales y niños

Hace unos días saltó la noticia de que en Catalunya los perros había perpetrado definitivamente el "sorpazzo" y los canes ya superaban en número a los humanos de su edad (niños hasta los 14 años) Los perros son mayoría. Temblad, humanos. 



El tema de los perros, los dueños de los perros y los animalistas por extensión no da para un post, ni para un relato corto ni para un libro: da para una saga que ríete tú de Star Wars o Saw. Como tantas otras evoluciones de la sociedad, nos puede gustar o no, pero el ascenso de los de cuatro patas y el descenso de los de dos es imparable y, con esa frase que se popularizó en la pandemia y que me parece ciertamente siniestra, ha venido para quedarse.

Preámbulo: no tengo nada contra quién, haciendo uso de su libre albedrío y en consonancia con sus gustos personales y, muchas veces, marcados por sus posibilidades económicas, prefieren tener un perro a un hijo. Mis respetos para ellos.  

Más allá  de los excesos que puedan tener algunos dueños de los perros, muchos de los cuales otorgan cualidades ya no humanas si no casi divinas a los canes, me parece que la victoria en número de los perros y la perspectiva de que en unos años lo que es una lucha ajustada pasará a ser una goleada es un fracaso con mayúsculas de la sociedad. 

Empezaremos por desmontar un mito que se oye una y otra vez y que da hasta grima tener que desmentir: los perros NO te dan más satisfacciones que los hijos. Seguro que te dan menos quebraderos de cabeza, te limitan menos la vida y cuestan (mucho) menos dinero: correcto. Pero decir que dan más satisfacciones o asegurar, en una de las frases más utilizadas, aquello de "lo quiero como si fuera mi hijo" es una barbaridad que solo oyes a los que tiene perro pero no se han reproducido. Gracias a Dios. 

En una sociedad en los que, supuestamente, lo queremos todo, el mejor coche, la pareja más guapa, el mejor viaje (y las mejores fotos del viaje), un trabajo excelentemente pagado y que nos realice y el más glamouroso ocio, la realidad es que cada vez jugamos más al empate. Y tener un perro en lugar de un hijo es eso, jugar al empate. Ni muchas satisfacciones (admirar como duerme tu hijo en la cuna es infinitamente superior a ver jugar a tu perro en la playa) ni mucho dolor.

Preparando este post he recordado una canción muy divertida (número 1 en USA en 1963, Jimmy Soul, "If you wanna be happy for the rest of your life") que te dice que para ser feliz lo que tienes que hacer es casarte con una chica fea: te va a exigir menos, te va a dar menos disgustos y nadie te la va a intentar quitar, así que vivirás supertranquilo... Canción divertida, mensaje cenizo. 



Tener perros es lo mismo. Satisfacciones y sufrimientos todo bajo control. 

Volvamos a qué significa para una sociedad tener más perros que niños: un futuro negro. Los perros no trabajan de mayores, no producen y, por supuesto, no se encargan de las facturas. No nos van a pagar las pensiones (siempre podemos responder con la frase de cuñado, "total, igualmente no tendremos cuando seamos mayores"). Seguro que van a contribuir a la sociedad con felicidad, pero eso no paga colegios, hospitales, residencias de ancianos, etc... 

Las políticas de los gobiernos tienen una culpa mayúscula y no ayudan a que se "fabriquen" niños: precariedad laboral con poca seguridad de que no te vas a quedar en unos meses en el paro, aumento estratosférico del precio de la vivienda que retrasa la edad de emancipación hasta casi la pito y menopausia y horarios laborales poco lógicos. Posiblemente aún falten más políticas de conciliación aunque son infinitamente mayores que hace 20 años y nos reproducíamos con mayor alegría. 

Por otro lado la infantilización de la sociedad y esa beatización de los animales, exagerada y ridícula en ocasiones, hace el resto: el sueño ya no es tener una familia, es irse a los rincones más alejados del mundo a tener una experiencia, como si estar en Japón fuera a ser un cambio tan significativo en la vida y tener un perro con el que pasear los fines de semana. O un gato.

Nadie duda de los beneficios de la perroterapia pero, como le está pasando en tantas cosas a la sociedad, el tema se nos está yendo de las manos. Pondré un ejemplo: las residencias de ancianos. Cuando era un mozalbete, segundo del antiguo BUP, o sea unos 16 años, un día a la semana teníamos dos horas dentro del horario escolar para ir a hacer lo que sería trabajo social. Entre las posibilidades una era ir a una residencia a dar un poco de cariño en forma de charla a los abuelos que vivían allí: ¿creéis que los ancianos preferirían un perro a que fuera una persona a darle calor humano? Seguro que no pero, no nos engañemos, es más fácil comprarle un perro al abuelo que convencer a su nieto de que una tarde a la semana se pase a visitarlo... y así todo.  El perro sería un GRAN complemento, pero es un MAL sustituto. 


En resumen, la victoria de los canes, que celebrarán los animalistas, me parece una pésima noticia. Humanos... ¡¡¡¡¡ creced y multiplicaos!!!!


miércoles, 1 de noviembre de 2023

Tres. Dror Mishani

Tres. Dror Mishani. (2021) 

Libro de lo que se supone que es novela negra. La definición que he encontrado de este género literario es: "Novela policíaca en la que, con un enfoque realista y sociopolítico, se refleja el mundo del gangsterismo y de la criminalidad organizada en ambientes sórdidos o violentos". Pues no le cuadra demasido pero bueno... 


Tres. Dror Mishani

A Dror Mishani (Israel, 1975) se le considera como un "maestro de la novela negra actual". En la publicidad de La casa del libro ponen cosas tan hiperbólicas como "sigue la estela de grandes maestros del suspense como Alfred Hitchcock y Patricia Highsmith"

A mí los adejtivos que se me ocurren son menos hiperbólicos, la verdad. No he conseguido meterme en el libro, quizás al principio, lo reconozco, porque desde hace un tiempo me rechinan un poco las historias en las que los hombres son malos sin más explicación, simplemente como si fuera parte de su naturaleza. 

Sinopsis

"Thriller sobre tres mujeres cuyas vidas aparentemente normales se entrecruzan en un engañoso rompecabezas emocional. Orna, maestra en Tel Aviv y madre divorciada, se ha decidido a olvidar su fracasado matrimonio y empezar una vida nueva; Emilia, una cuidadora recién llegada a Israel desde Letonia, necesita a partes iguales un trabajo y un amparo espiritual que la mantengan a flote; Ella, por su parte, acude cada mañana a un cafe para terminar su tesis doctoral, pero, sobre todo, para huir de su monótona vida familiar. El destino de estas tres mujeres dará un giro trágico el día que aparezca en sus vidas Guil, un hombre que pronto dejará claro que no es quien dice ser. Aunque quizá ellas tampoco..."

No me ha convencido la forma de narrar la historia, muy aséptica, de narrador omniescente que lo ve todo pero de forma muy impersonal: tanto que le resta el dramatismo que creo que la historia merecía. Ni la trama me ha atrapado, ni me ha conmovido, ni me ha hecho devorar el libro que, por otro lado, está pulcramente escrito aunque tiene una forma de mezclar tiempos verbales que a veces resulta, cuanto menos, confusa. 

Que dos protagonistas se llamen Orna es algo que no he acabado de entender, la verdad. Es como si le pusiera Carlos al asesino y al amigo del asesinado... Además, acabas y te da la sensación de que le falta "chicha" y, el peor defecto, que no nos explique NADA de la motivación del personaje principal para actuar de la forma que actúa es algo que le resta toda credibilidad al libro. 

Leyendo las crítica que recibe el libro que no son malas (3.9/5 en Amazon) me quedo con dos: 

1- A mí, personalmente, la motivación del asesino me parece casi lo más intrigante de una novela de este estilo, y eso el autor no nos lo cuenta.

2- Se lee fácil y está bien escrita pero no es muy emocionante que digamos.

NOTA: 5 pelado. 

Por si alguien se anima os dejo el link para comprarlo: Tres

sábado, 21 de octubre de 2023

El graduado, la fiesta y el orgullo.

El graduado, la fiesta y el orgullo

Este viernes pasado se graduó Iván, mi hijo mayor: de un doble grado, claro, que si estudias solamente una carrera ya parece que es poca cosa. La ceremonia estuvo francamente bien, emotiva y con unos delegados de clase que demostraron que con veintipocos se puede hablar excelentemente en público, incluso delante de quinientas personas. Padres felices e hijos satisfechos por acabar, por fin, la carrera (todos sabemos que las carreras se hacen largas al final, casi tanto como añoras, al cabo de poco tiempo, no volver a la "facu"). Todos guapísimos: ellos trajeados y con corbata y ellas como si fueran a una boda, con la belleza exuberante que da la juventud. Y yo, feliz como siempre que ves que tus hijos hacen algo bien. 


Al día siguiente, como buen padre feliz, colgué una foto en las redes en las que se nos ve relucientes y recibí muchas felicitaciones de amigos y conocidos con una frase muy repetida: "estarás orgulloso".

La palabra orgulloso tiene la cualidad de que en una frase como ésta es claramente positiva pero tiene toda la carga negativa si alguien te adjetiva con ella con un "eres un orgulloso". El contexto. Venga que me desvío. 

Es evidente que estoy muy orgulloso de mi hijo (de los dos, pero hoy toca hablar del mayor). Creo que lo he estado siempre (bueno, quizás excepto un par de días lo habría colgado de los pies de lo más alto de la estatua de Colón pero, qué menos, que ha pasado la adolescencia) Además, y me parece importante, creo que estoy orgulloso de forma merecida y proporcionada. 

Como soy un tipo raro y diría que mi hijo se me parece (le he pedido aprobación antes de publicar el post, que su vida privada es suya) me sorprendió un poco tanto comentario sobre lo orgulloso que debo estar. 

Soy poco de fiestas. Que mi hijo iba a sacar la carrera con notazas era una evidencia desde el final del primer año de universidad. Diría que desde que vi su capacidad de estudio (esfuerzo) en bachillerato (la intelectual se vio mucho antes) pero siempre queda un pequeño porcentaje de duda. 

La graduación es (para los dos) simplemente el final del camino, que por esperado sorprende menos: en nuestro caso trae consigo una felicidad serena y poco explosiva. Es como ganar una liga con diez puntos de ventaja: estás más orgulloso del equipo que si la ganas de penalty en el último partido, pero la celebración es menos abrupta. 

Tenemos una foto para demostrar el éxito del estudiante y la satisfacción filial y paterna, para decirle a la sociedad que el niño está haciendo bien las cosas y ya tiene estudios. Posiblemente sea la última foto de este tipo que pueda colgar, porque para ver sus logros a partir de ahora (hablamos de carrera profesional) habrá que ir a Linkedin. 

Pero el orgullo con tus hijos es como el trabajo, una línea continua desde que nacen, en los que hay algunos trozos discontinuos que dibujan cuando no te gusta lo que hacen o algunas curvas si se desvían de lo que, para ti, es el camino correcto. 

Mi hijo ha acabado el camino fácil: hasta ahora todo lo que ha hecho ha venido de forma natural, ha seguido simplemente lo que se espera de un chico desde que empieza en el colegio: que acabe la carrera. 

Peor ahora empieza lo de verdad: ha de coger las riendas y tomar sus propias decisiones. Es cierto que, de forma parcial ya lo ha hecho al elegir carrera o, dentro de la misma, al dedicarse más a una rama que a otra, pero ahora viene la parte del león.  El mundo actual tiene muchas más opciones laborales que el de hace 30 años, muchas más posibilidades para acertar pero también para equivocarse, con la suerte de que todos empezamos a entender que el error no siempre es malo, que muchas veces es la antesala del acierto. 

¿Lo veo preparado?: diría que sí, pero es el momento de empezar a saltar sin red, o con una red más endeble, que tampoco nadie se va a retirar de ayudarlo cuando haga falta. 

Para mí también viene la parte difícil que es aceptar que ya no puedo dar órdenes (con lo que me gusta mandar a mí), que esa etapa ha pasado, que a partir de ahora solo puedes sugerir, que puedes intentar influir de forma sibilina para que tome la dirección que te parece correcta, pero sin más. 

Y, por qué no, vienen momentos difíciles como animarlo a que se vaya un par de años fuera de España a seguir creciendo (laboral y personalmente) sabiendo que lo vas a añorar, aunque en la época de whats y las videollamadas todo es más cercano, viendo venir aquello del nido vacío que nos amenaza de forma especial a los divorciados aunque llevemos toda la vida practicando en las "semanas sin". 

Pero eso vendrá en el futuro, ahora solo había que colgar la foto y celebrar el final (con éxito) de su formación. 



Firmado: un padre orgulloso.