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viernes, 8 de noviembre de 2019

Condolencias y pequeño homenaje para mis amigos unionistas.

Tengo, y espero mantenerlos a pesar de los escenarios apocalípticos de confrontación civil y familias rotas que oigo en la TV a los candidatos, a muchos amigos unionistas que, pobres, tendrán que votar el domingo. 


La inmensa mayoría, además de magníficas personas, son catalanes o se sienten catalanes pese a no haber nacido aquí. Tienen una forma de entender Catalunya y su relación con el resto de España (como ellos dirían) radicalmente diferente a los partidos no independentistas que se presentan a las elecciones del domingo. 

Repasemos las propuestas que tienen (de forma resumida, simplificando "un poco") esos partidos estatales. 

- PSOE: 155 (la puntita) 
- PP: 155 indefinido pasando de lo que diga la constitución. 
- Ciudadanos: 155 indefinido y pasando 7 pueblos de lo que diga la constitución. 
- VOX: Fin de la Autonomía y, a las que se pongan un poco chulitos, Estado de Sitio. 

Todos ellos, además, prometen cárcel en mayor o menor medida para Puigdemont, Torra y todo político indepe. Pasan (no solo Pedro Sánchez), de lo de la separación de poderes y esas cosas, que la unidad de la patria está por encima de esta bagatelas, y prometen penas de cárcel como si dependiera de ellos: de muchísimos años, cuantos más mejor. 

Nada de indultos, que eso solo se da a gente de bien como Alfonso Armada o Vera y Barrionuevo. 

Aseguran que hay que volver a educar a los niños como buenos españoles e intervenir TV3 y que hay que recuperar la concordia (lo que significa que los indepes nos callemos de una vez) 

En resumen: mano dura con los catalanes que les das el dedo y te cogen el brazo. 

Hay un quinto partido no indepe: Unidas Podemos, que tiene un discurso claramente diferenciado respecto al tema terriotrial, más federal, más amigable, más de hablar, pero son lo que se llamaba antes comunistas. 

Y aquí están mis amigos y familiares unionistas, la mayoría votantes de lo que era el CIU de toda la vida o el PSC catalanista de Pascual Maragall (no del de Iceta que es un simple siervo de Pedro) 

Y, claro, no saben qué votar. 

¿Qué cuernos voto?, se preguntan. No tienen opción buena. No quieren nada que se cargue el autogobierno que había hasta ahora, no están de acuerdo con ninguna ( o la inmensa mayoría) de las burradas que dicen los partidos de derechas ni PSOE sobre Catalunya ni de su receta para arreglarlo (mano dura, fin de la inmersión lingüística, fin de la singularidad catalana) 

No se sienten representados por ningún partido político, añoran a Unió y al PSC catalanista.  

A los que votaron hace unos meses al PSC ahora les cuesta más hacerlo porque el Pedro Sánchez de ahora es mucho más 155 que el de hace unos meses. Alguno de sus votos caerá, a pesar de todo,  por este lado. 


Otros darán su confianza a Unidas Podemos que parece el único que no quiere exterminar Catalunya (con ny) a pesar de que por su posición económica y por su cultura son de derechas. Votar a UP les puede costar dinero.  


Y, seguramente, alguno votará a Ciudadanos o al PP pero con tristeza e incluso esperando que pierdan. 

Así votará gran parte (izquierda moderada y centro derecha) catalanista a la cual abandonaron los partidos catalanistas al pasarse al indepedentismo (CIU) o al unionismo sin fisuras (PSC) y que, para los partidos españoles, no existen, porque creen que si no eres indepe, eres un español de Castilla que tuvo la mala suerte de nacer en Barcelona. 



Este post es, simplemente, un pequeño homenaje a esa gran parte de la población catalana que se ha quedado huérfana, que votará ya no solo con una pinza en la nariz, si no que añadirá un antifaz en los ojos y tapones en los oídos. 














sábado, 21 de septiembre de 2019

El final del verano.

El calendario tiene unas fechas alegres (final del colegio, inicio de las vacaciones, cumpleaños), unas que van a gustos (Navidad a la cabeza) y otras que llevan a la melancolía y la depresión. 

En este último grupo tenemos un ganador invencible: el final del verano. 





Si sois de mi quinta y vuestros padres tenían los discutibles gustos musicales de los míos, más del Duo Dinámico que de los Stones o los Beatles, hay una canción que os debe perseguir en estas fechas de forma incansable. Aquella de "El final del verano llegó y tu partirás... ", de ese grupo que se vanagloriaba de que su amor tenía quince años mientras ellos iban vestidos como si tuvieran diez. 

Pero no quiero hablar de esos amores adolescentes de verano que conoces en Torrevieja (Alicante), que te rompen el corazón al desaparecer cuando tus malvados padres te obligaban a volver a Barcelona mientas ellas siguen con su vida en Cáceres. Se me pasó esa edad. 

Siendo como soy de los que consideran una memez el iniciar los años naturales con una lista de buenos deseos y defiende hacer lo mismo tras el verano, queda claro que, para mí, es un momento significativo, la frontera que los separa, en el que se puede pasar balance de la temporada 18-19 y hacer las propuestas para la 2019-2020. 

La fecha del final de verano es individual e intransferible. Fríos datos, rollo wikipedia: el verano metereológico acaba el 31 de agosto y el astronómico el 20 de septiembre. Pero en temas emocionales wikipedia no pinta nada: el verano acaba cuando nuestro corazón se deprime y punto. 

Para muchos coincide con ese 31 de agosto, ya un poco viejuno, de cuando el 70% del país hacía vacaciones el mes de agosto enterito. Para otros, cuando los niños empiezan el cole (sobre todo si eres niño) o la facultad. Porque, que nadie se equivoque, los auténticos sinónimos de verano son veraneo, playa (o montaña si eres rarito) y vacaciones. 




Escribo este post con estas vistas, celebrando que mañana se acaba el verano para mí. Lo hago con una cerveza y unos calamares a la plancha con patatas, en un chiringuito de la Playa de S´Arenal d´En Castell, con una abeja (espero que no sea japonesa) rondando mi plato y un calor considerable aumentado por la humedad del 200% que debe haber por aquí. Me esperan otro helado y un café cuando acabe el plato combinado. 

Esta imagen, es para mí, el final del verano desde hace diez años en que vine, por primera vez, un septiembre a Menorca, huyendo unos días de todo, en una de esas minicrisis personales que nos atacan durante la vida. Depende de como nos defendamos de ella tendremos una mejor o peor vida. 

Mi amiga Emma (una BFF de libro) me deja su apartamento que gorreo sin ningún miramiento para descansar, pasear, ir a las estupendas playas de Menorca, comer, dormir, escribir y leer. Y también, poniéndome un poco nostálgico, para reflexionar un poco de cómo ha ido el año, si estoy dónde quiero o no, y hacia dónde tengo que ir en el próximo curso escolar (o temporada de fútbol) 

Un año en que estoy solo escribo indignado mi "Paella para dos" y, otro, magníficamente acompañado, descubro que en Es Cranc un arroz caldoso de langosta da para alimentar a seis bocas con una ración.  



De reojo abro Google Calendar y veo lo que se me viene encima entre la ilusión y la pereza; las reuniones del hospital, las cenas de amigos, los próximos partidos del Barça o los huecos para el próximo viaje. Busco desde ya fechas libres e intento buscarles un hueco a todas las personas que quiero para empezar bien el curso. 

Hago alguna lista de esas que nunca se cumplen con el absurdo nombre de "To do", cuelgo alguna foto de postureo en insta con un éxito aceptable y empiezo a pensar que no he hecho el check-in. Sí, todo a última hora, como si por hacerlo después atrasara la vuelta. 

Y así, poco a poco, se me escapan los últimos días del verano, que, este año, acaba el domingo 22 de septiembre y, a partir de mañana las fotos en insta que incluyan bañadores y playas, me parecerán del año pasado. 

viernes, 19 de abril de 2019

Notre Dame y el despilfarro en reconstruirla.

Hace unos días Notre Dame ardía. Para casi todos, un desastre. Para Francia, una hecatombe. Para los que tenemos fotos de tiempos pasados de nuestras vidas, que siempre bajo el prisma de los años se ven más felices de lo que fueron, un motivo de tristeza. 





Como siempre, tenemos desde el postureo de colgar imágenes de cada uno de nosotros en Notre Dame o de estado  en WhatsApp a los que aprovechan para criticar, con sus fobias y sus filias empujándoles tenazmente, todo lo que se pueda ver como positivo tras el desastre. 

De entrada hay personas que casi ven el apoyo a Notre Dame como una justificación a todo lo malo que ha hecho la iglesia durante siglos, como si por querer que se reconstruyera estuviéramos apoyando la pederastia o las misiones del siglo XVI, como si el karma hubiera tenido algo que ver. 

 Pero más allá de estas actitudes minoritarias y extremas, me quedo con el ataque a las donaciones que han hecho diferentes multimillonarios franceses para reconstruirla. 

De entrada, diría que gastarse mi millones sería, sin duda, un buen negocio para el gobierno Francés y para el Ayuntamiento de París, porque sin duda la magnética atracción de Notre Dame sobre los turistas es especial: antes ya lo era pero lo será más ahora. Notre Dame, que sobrevivió a Guerras Mundiales, no ha podido con los Pepe Gotera y Otilio franceses. 

El baile de cifras está sobre los 700 millones de euros que ya se han comprometido, en tiempo récord,  a pagar los millonarios franceses para resucitar a la Catedral. Y aquí salen las personas a las que le parece demasiado porque, gran descubrimiento, hay hambre en el mundo. 

Es un tema recurrente. El dinero es finito y lo gastamos en una cosa y no en otra. Y sí, en este caso se gastará en volver a poner piedras una sobre otra y no en dar de comer a niños que se mueren de hambre. ¿Inaceptable? Seguro.

Pero ahora bajemos del púlpito: ¿no es igual de inaceptable que los que lo critican hayan escrito ese post en facebook desde su iphone de 800 euros o desde su Samsung de 300?. Porque, les voy a dar una mala noticia, al no haber invertido su dinero en pagar vacunas para el tercer mundo han condenado a la muerte a varios niños. 

Lo sé, el párrafo anterior es una barbaridad y, ya de entrada, pido disculpas. Porque al estar escribiendo el post desde mi Mac de 1000 euros soy responsable de unas cuantas muertes también. 

Es lo que pasa si llevamos las situaciones al absurdo. Pongamos otro ejemplo: los presupuestos de la Generalitat de Catalunya. Una crítica al independentismo, o al catalanismo en general, es lo que se gastan en "la lengua". Porque, claro, lo importante es sanidad y educación. Por tanto hay que dejar de gastar dinero en ese vicio. Quitemos también el dinero que se gastan las instituciones en las fiestas oficiales, por ejemplo, el Ayuntamiento en "La Mercè". 

Ya lo tenemos todo en educación y sanidad. Genial. Pero, que queréis que os diga, a mi me parece más importante que la gente siga viva que no que sepa leer. Por tanto, todo a Sanidad. 

Y dentro de Sanidad, ¿realmente a alguien le parece necesario reconstruir un pecho después de un cáncer de mama cuando hay mujeres que todavía mueren de esa enfermedad? Venga, todo para investigación contra el cáncer. Sin bobadas. 

Y así hasta el infinito, porque también nos parecerá inadmisible que en España la esperanza de vida sea de 84 años y en África de 49 años. Así que... el dinero para África. 

Quizás en ese momento y solo en ese momento, cuando hayamos igualado nuestras esperanzas de vida y ni haya hambre en el mundo alguien pueda permitirse ir al cine, tener tres pares de zapatos o guardar en el ropero más de dos tejanos. 

Pero, es humano, es mejor decir que la culpa del hambre en el mundo es de unos millonarios franceses que quieren reconstruir Notre Dame, igual que Amancio Ortega da una pasta para tratar el cáncer hay que dejar bien claro que, en el fondo, es un explotador de niños y lo hace para desgravar a hacienda. 

Una visión negativa de la vida.