Es muy curiosa la percepción que tenemos dependiendo de nuestro sexo (me refiero a si se es hombre o mujer, no a si es grande o pequeño) de las diferentes formas de actuar de las personas. Los hombres (en este caso yo, que me erijo como su portavoz) pensamos que detrás de cada calzonazos hay una mujer que ha contribuído poderosamente a que el pobre acabe así. Las mujeres no: creen que es una cuestión puramente genética en la que la sufrida mujer que está a su lado actúa como teniente coronel por la ineptitud del congénere.
Así que el tema de hoy va sobre los cambios que ocasionamos en nuestra pareja cuando nos casamos (o convivimos, que lo de casarse queda antiguo)
A nuestra pareja la "compramos" de una forma determinada: gordo o flaco, feo o guapo, alto o bajo, cachas o "tirillas". Es una libre elección, así que en el compromiso de la pareja va inherente mantener estas condiciones. Para lo bueno y para lo malo. Se supone que si decides compartir tu vida con alguien es porque te gusta (te encanta, te vuelve loco) tal y como es.
Ya tenemos el T´ESTIMO, ETS PERFECTE (Te quiero, eres perfecto)
Si las condiciones del contrato se incumplen tenemos derecho a quejarnos (engorda 20 kilos, pasa a ser un uraño, de ser hiperactivo a muermo) pero si lo que nos están ofreciendo es lo que venía "de serie" con la pareja la queja es bastante más gratuita.
Ejemplos podríamos poner 100.000: tirando de topicazos en los hombres tenemos el ser desordenados, irse de copas con los amigos, ver el fútbol, ir al gimnasio y querer sexo diario..
En las mujeres ir de compras, tener conversaciones telefónicas interminables con las amigas, tardar 1.5 horas en arreglarse antes de salir y no querer sexo diario (sé que este punto traerá polémica)
Si tu novio/a era así y así lo/la has comprado te aguantas. No lo intentes cambiar. Estás prostituyendo algo que para ti se supone que era perfecto. ¿Estás tonta/o?
Pero desgraciadamente sí lo hacemos y es por dos motivos diferentes:
1) porque no era perfecto (pero se lo habíamos hecho creer a él o a nosotros mismos)
2) porque sus actividades que antes nos parecían fantásticas ahora nos molestan.
1) No era perfecto.
La percepción de que tu pareja es intachable (si en algún momento existe) es pasajera. En el enamoramiento nos ponen hasta las más absolutas imperfecciones del otro (casi creo que es la segunda mejor definición que existe) pero cuando pasan esos dos años que dura, más o menos, ya no son tan divertidas.
Y aquí entramos en el intentar cambiar sus "imperfecciones". Quieres que sea ordenado, que no se maquille tanto, que baje la tapa del váter, que no hable tanto, que lea (por Dios), o que no vea tanto fútbol. De repente empieza a tener importancia que sea incapaz de ver "True detective" subtitulada.
Pero sus imperfecciones son parte de esa persona e intentar cambiarlas una bomba de relojería. Pero allá vamos, con todas nuestras fuerzas.
Seguro que hay pequeñas conductas que hay que variar en "pro" de una buena convivencia... pero otras no, simplemente queremos recuperar un ideal que se desmenuza o a alguien que se parezca más a nosotros. Queda muy feo que uno lea Kafka mientras el otro se traga una reposición de "Aquí no hay quien viva".
2) Sus actividades que antes nos parecían fantásticas ahora nos molestan.
Para introducirnos en la segunda causa utilizaremos otro concepto absolutamente "manido" que sería el de la maduración (dedicado a Samanta por el concepto, no por el ejemplo) que también es aplicable a que nuestra pareja ya no nos parezca perfecta. Es que "no ha madurado".
"Ya sé que cuando nos conocimos jugaba a fútbol con sus amigos, pero ahora tenemos un hijo, debería madurar" (dicho con tono de reproche o desesperación mientras sus amigas asienten). Touché. Es conocidísimo que tener un hijo nos quita las ganas de juntarnos con los amigos para jugar a fútbol o beber cervezas (Cereto et alt, number of children and sports practice needs, a proved inversaly proportional relationship. Beers and hobbies: 2013 (3) 215-217)
Un secreto: los hombres solo dejamos de jugar a fútbol por problemas logísticos o de salud.
Así que el concepto de madurar significa hacer lo que al otro le conviene/apetece más. Cuando no se convive la molestia de que el otro tenga una afición queda simplemente en el "hoy no quedamos". Pero si hay hijos y me voy a correr una hora tú te quedas el retoño llorón y te ocupas del bañito. Y si es partido de fútbol completo es "bañito/cena/poner a dormir". Eso a la mujer le quema: por qué él está de juerga y yo me he de ocupar del niño, ni qué fuera solo mío!!!
Las mujeres también limitan sus salidas, en parte (creo que menos) por lo expuesto en el párrafo de arriba y porque algunas no pueden "abandonar" a sus hijos un día a la semana o tienen unos maridos que se declaran "incapaces" de quedarse solos con los niños (really????)
Para que nadie me diga "ya estás dándole otra vez a las mujeres" hago una pequeña acotación. Los dos sexos tenemos la sensación de que son los otros los que limitan más las actividades "extracurriculares". Pero vamos... solo hay una verdad!!!
Con o sin niños la verdad es que las actividades de fuera de la pareja que antes nos hacían tanta gracia (o el resultado de la actividad) ahora tienen efectos secundarios. Me quedo solo en casa, los miércoles no podemos hacer nada, el domingo no hay playa porque juega a fútbol. Así que, entre las dos opciones (fastidiarse o intentar cambiar al otro) se suele ir a la mala.
Ya tenemos el JA ET CANVIARÉ, ya te cambiaré.
Así que ahora no queremos un tío que está cachas porque hace deporte 4 veces a la semana. Queremos un padre de nuestros hijos que esté cada día bañando al enano y acompañándonos cuando berrea porque no le gusta el puré de verduras. Así que hacemos todo lo posible y lo imposible para que no se largue a hacer pesas y a los 5 años nos quejamos porque tiene barriguita y no marca abdominales.
Nos gustaba que fuera una persona culta, que leyera y que viera pelis subtituladas en chino pero ahora que lo tenemos que hacer con él hemos visto que es un rollo. Si se pone una peli de Zhang Yimou pensamos que es un pedazo de friki y haremos todo lo posible para ver otra vez "La jungla de cristal" que no hay que pensar mucho y llego muy cansado/a del trabajo.
Y así poco a poco conseguimos cargarnos lo que era nuestra pareja. Y sí, es muy majo como padre pero yo quiero un tío cachas que me ponga mirando a Cuenca y que los ojos me den vueltas. Es lo que tenías y has destruido....
Y queremos unas mujeres que sean tan interesantes como cuando éramos novios pero están todo el día en casa con nuestros hijos porque "son muy pequeños y yo me agobio si me quedo solo con ellos"
Y así pasan los meses y nos encontramos con una pareja que no nos gusta: la que hemos modelado. Hemos creado al calzonazos con años de esfuerzo y ahora nos repugna ese ser blandito que no tiene ningún tipo de carácter o el barrigudo que no hace deporte... o a la maruja que no tiene nada interesante que contarnos.
Hemos destruido a una persona que nos volvía locos/as.
Y buscamos otra pareja.
PD: el que se ha dejado cambiar también tiene su parte de culpa. Nadie lo duda. Antes de que entréis al trapo volver a mirar el título del post.