El 1 de enero es el día más extraño del año. Sin lugar a dudas.
Uno se levanta el día 1 extraño, poseído, como si todo hubiera sido un sueño, abrazado al mundo de lo onírico y de la resaca. Boca pastosa, frío y sensación de vacío. Da igual tu situación sentimental, laboral, emocional... es el despertar más distinto del año.
A una hora indeterminada, porque a cada año que pasa uno se levanta antes sin despertador, nos ponemos en pie y nos enfrentamos a la vida (como cada día) y, de forma especial, a nosotros mismos. A nuestro yo del 31 de diciembre que hizo listas, ya sean mentales o físicas, sobre cómo deberíamos cambiar nuestra vida a partir de ya. Porque el 1 de enero es EL DÍA.
Encontraremos miles de excusas (¡cómo no!) para no cambiar.
Si un propósito era empezar a comer bien encontraremos turrones sobrantes que "hay que acabarse" o supermercados que estarán cerrados (una gran mentira si vives en Barcelona en la que hay cien supermercados abiertos todo el día por metro cuadrado) Pero son más caros, así que para comprar verdura y hacer una crema esperaremos al día 2...
Si era hacer más deporte, sea porque estamos con un peso que no toca o porque queremos lucir abdominales en verano, el mundo de te enviará un mensaje en contra: los gimnasios están cerrados. Incluso (herejía) los clubs de pádel. Es cierto que, si queremos, podríamos ponernos las bambas y salir a correr: pero hace frío.
No iremos a comer con nuestra madre que está sola porque "menudo empacho de comida y familia llevamos" y no haremos un Marie Kondo liberando nuestros armarios de ropa que hace seis años que no nos ponemos, porque seguimos siendo los indecisos sensibleros que tenían las uvas en sus manos unas horas antes. Si nuestra idea era hacer un proyecto empresarial descomunal, larvas de Amancio Ortega o Mark Zuckemberg, nos excusaremos en el dolor de cabeza de la resaca para no sentarnos delante del ordenador a perpetrar un Business plan que sea infalible.
El día 1 enero no es diferente al día 30 de diciembre, pero lo parece. Es en el que nos miramos a la cara y nos vemos obligados a reconocer que somos los mismos de hace tres días. Que, en medio del simulacro de amor y amistad que es la Navidad, hemos hecho unos propósitos de enmienda que no vamos a cumplir en un 99%.
Y lo sabemos... porque no es el primer año que nos pasa.
PD: dejo un pequeño mensaje de esperanza de que este año sí, los propósitos de enmienda sean diferentes. Acabo de hacer un poco de footing (más deporte), escribir un post (recuperar el blog que lo tengo un poco olvidado) y he llamado a mi madre (que sí, que la podía haber ido a ver... pero es que es 1 de enero y ya hemos quedado el 4 y el 6!!)
Como siempre, y para que no tengáis excusa, os dejo los links de mis libros!!
Lo que sucedió tras la muerte de mi madre
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