Yo, robot. Tan lejos y tan cerca.
Entre las personas a las que tengo cariño y no he tenido el placer de conocer se encuentra Isaac Asimov. Entre otros logros menores de este doctor en bioquímica se encuentra haber sido, junto a otro mindundi como Hitchcock con sus Los tres investigadores, el haberme aficionado a la lectura.
No soy consciente de todos los libros de ficción que he leído de Asimov. Más de diez, seguro. Recuerdo varios de Lucky Starr y la trilogía de Fundación, con sus precuelas y secuelas. Pero, por encima de todo, cuando oigo su nombre, pienso en las tres leyes de la robótica.
Para quienes no las conozcáis, aquí os las dejo:
Primera Ley: un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra daño.
Segunda Ley: un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, excepto si dichas órdenes entran en conflicto con la primera ley.
Tercera Ley: un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o la segunda ley.
El año pasado recuperé de mi librería de soltero Lucky Starr, el Ranger del espacio. Me recordó mis lecturas adolescentes y poco más. Fue interesante leer un libro cuyas páginas se han vuelto mates con el paso del tiempo, y que hay que manipular con cuidado porque las hojas se van despegando del lomo. Detrás de ese libro, entretenido sin más, solo se intuye el genio de Asimov. Pero volver al pasado, a veces, es bonito
Leyendo Yo, robot (nada que ver con la película, por cierto), también rescatado del baúl de los recuerdos —como podéis ver en la foto—, recordé por qué Asimov es (¿era?, ¿hay que utilizar el pasado cuando alguien muere?) un genio, un adelantado a su tiempo, tratando temas que hoy vuelven a estar en el centro del debate.
Como Orwell en su 1984, donde nos habla de unos líderes que todo lo ven y todo lo oyen, Asimov, con sus robots y sus tres leyes de la robótica, nos enfrenta —setenta y cinco años después de la publicación de Yo, robot en 1950— a los límites de la inteligencia artificial. La que tenemos y, sobre todo, la que vendrá.
Yo, robot cuenta historias (es una recopilación de nueve relatos cortos previamente publicados entre 1940 y 1950 en revistas de ciencia ficción) en las que los robots no se comportan como estaba previsto, y muestra los conflictos que pueden surgir al aplicar las tres leyes. En las dos últimas historias se plantea un debate más amplio: si un mundo gobernado por máquinas —pero regidas por las tres leyes— podría ser mejor. Y si los humanos aceptaríamos no estar al mando a cambio de un resultado óptimo: sin hambre, sin guerras, con progreso para todos. Da que pensar. ¿Cederíamos voluntariamente el control si supiéramos que el resultado sería ideal?
Haciendo un paralelismo con nuestra época, y cambiando “robots” por “IA” (que vienen a ser, más o menos, lo mismo si le quitamos la carcasa metálica), me llama la atención que nadie se haya preocupado por establecer unas “leyes de la robótica” para la inteligencia artificial, tanto la actual como la que viene. Al menos que yo sepa. O, si las hay, que no se haya discutido de forma pública. Claro que, si Elon Musk tiene su propia IA, una idea que se base en regular el proceso ya parece, de entrada, descabellada.
La IA (los robots con IA) será buena o será mala dependiendo de la regulación, de si está enfocada a mejorar la vida de los humanos o no. Y, lo más importante: si beneficiará a la humanidad en su conjunto o solo a unos pocos. Veo a alguien como Bill Gates liderando ese proyecto, pero no a Elon Musk.
Asimov, a diferencia de Orwell, no imaginó un futuro distópico, porque siempre dibujaba un mundo en el que los robots mejoraban la situación previa. ¿Un mundo ideal? No. Uno con problemas, siempre con una cierta inquietud de que los robots fueran más allá de los límites... pero, sobre todo, de que los humanos cruzaran la línea y crearan algún robot sin las tres leyes de la robótica. Un mundo en el que los robots nos ayudarían a ser mejores.
¿Será capaz la IA?
Para los que no tengan alergia a leer libros de hace 75 años... os dejo el link Yo,robot