De todos las frases manidas que hemos oído desde ayer tras el "ataque" en el IES Joan Fuster de Barcelona la frase de la consellera Rigau refiriéndose al niño como una víctima más es la que ha llamado mi atención.
Una triste noticia que nos parece irreal porque no nos llegó desde ninguna ciudad de Estados Unidos. Ha pasado en Barcelona, al lado de casa. En mi caso "al lado de casa" literalmente porque aunque ya no vivo allí mi infancia está muy ligada a ese colegio (en mi época se llamaba Bosco Navas) en el que pasé innumerables mañanas festivas jugando a fútbol o fut-béisbol en su patio o viendo pases matinales de cine (esas míticas películas de Bud Spencer, "y si no nos enfadamos")
A pesar de esa cercanía sentimental no he seguido demasiado la noticia. En todas las desgracias humanas me interesan poco los detalles. No me va el morbo de si la ballesta era de fabricación casera o no y no tengo ninguna curiosidad por todos esos detalles que al final esconden el dolor por la pérdida de una persona.
La frase de la consellera me ha hecho reflexionar. Me parece elegante y políticamente correcta dado que, al parecer, el niño padece una enfermedad mental (¿esquizofrenia?) El agresor (no he leído ni asesino, ni homicida en ningún lado, lo cual me parece bien siguiendo esa misma línea argumental) tiene 13 años y en cuatro días habrá que intentar re-insertarlo en la sociedad. Un papelón.
Así que desde el "govern" nos piden que no lo crucifiquemos y que lo consideremos simplemente una persona enferma, una víctima de su enfermedad y no un ser malvado. Me apunto aunque a la familia del profesor muerto habrá que canonizarla si se adhiere a la iniciativa.
Sólo una duda: ¿alguien puede considerar que los pederastas, cualquier tipo de asesino en serie, los filicidas, los neonaticidas, los parricidas y quizás en menos medida los violadores, los asesinos o los terroristas (incluidos los fanáticos) no son personas enfermas mentalmente? La mayoría lo son.
Una bonita discusión entre lo que podemos considerar la "maldad" que llevamos inherentes como seres humanos y la enfermedad mental que nos empuja a ser "especialmente malos" y qué diagnóstico psiquiátrico tiene la suficiente entidad para exonerarnos de toda culpa.
Hay límites claros como parece en este caso: la psicosis que lleva a que el sujeto "desconecte" de la realidad sin poderla diferenciar de ese "otro estado" en el que oye voces llevándole a realizar todo tipo de atrocidades.
Pero los límites, los grises, son más complicados cuando hablas de otros trastornos psiquiátricos como los "trastornos de personalidad límite". Sin ser un experto en psiquiatría me parece extraordinariamente difícil.
Así que, Sra Rigau, me apunto a considerar que el niño es una víctima, pero si hoy tengo que hacer un tremendo esfuerzo , en otras circunstancias, neonaticidas por ejemplo, me constará aún más seguir esta línea.
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