Esta semana el Niño Torres cayó de forma alarmante en un partido de fútbol. Se paró el partido para poder atenderlo y Fernando salió con los médicos en camilla hacia un centro hospitalario. No estaba muerto: simplemente perdió el conocimiento. Ayer "El País" nos obsequiaba con un artículo en el que decía "Torres está vivo pero el fútbol ha muerto"
El motivo es que según el articulista (Rubén Amón) el partido debería haberse detenido definitivamente y la actitud del árbitro al aplicar el reglamento (alargó los 7 minutos que no se jugaron) fue un auténtico atentado al deporte y al buen gusto. Tirando de memoria histórica se quejaba de que después del 11 de septiembre o del 11 de marzo no se suspendieran las jornadas de Champions League.
El señor Amón aplica la lógica del funeral gitano: el que más llora, grita o gime es el que más quiere al muerto. Hay que suspender todas las actividades posibles para que se note que nos preocupaba la salud del jugador.
Siguiendo la teoría del señor Amón no entiendo por qué no se tendría que parar una jornada de Champions tras cada uno de los atentados terroristas que suceden en Europa (5 con más de 6 muertos desde el 2014). Mejor, porque no se tendría que parar la Champions después de los atentados que hay por todo el mundo (incontables) porque nuestros muertos son iguales que los muertos del resto del mundo. O de cada mujer muerta por violencia de género. O de cada hombre.
No entendería que se suprimiera una jornada de Champions League mientras se juega una jornada de Euroliga. No sería comprensible que cines, teatros, bares, restaurantes y puticlubs estén abiertos. Es más, deberían estar apagadas todas las televisiones del mundo no sea que alguien disfrutara de la vida viendo una serie después de una desgracia.
Nuestra sociedad cada vez es más un funeral gitano en el que queda "guay" demostrar tu dolor por la muerte de Prince, Bowie o Pablo Ráez. Cuanto mas lo exteriorices mejor. Si un político o un personaje famoso no ha colgado nada del pobre Pablo lo acusaremos como poco de "insensible" y si se despista de "de que se alegra". Hay que poner algo tan currado como "condolencias a la familia", "un ejemplo", "un luchador" si somos personajes públicos o compartir cualquier noticia en facebook de su muerte si somos pueblo llano para ser "personas humanas"
Quizás sería mucho más interesante que en vez de tuitear donaran dinero para investigar contra la leucemia, que el jugador que provocó el susto de Torres lo fuera a ver al hospital (igual lo hizo) o que entendiéramos que tras cada desgracia en forma de atentado el deporte ha de ser un símbolo de que no van a conseguir su objetivo y nuestro estilo de vida va a seguir inmutable.
Son malos tiempos para el estoicismo, para esa actitud que muchos hemos admirado y seguimos haciéndolo de contención ante el dolor, ese ponerse maquillaje al día siguiente de nuestras desgracias cotidianas para tapar las lágrimas y no incomodar a los demás, que suficiente tienen con las suyas, ese entender que el silencio es, en la mayoría de las ocasiones, el mayor homenaje y muestra de respeto que alguien puede desear.
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