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miércoles, 22 de julio de 2015

Las víboras


Bueno. Vamos a empezar diciendo que no todas las mujeres lo son, que quede claro,  pero no hay nada más perverso, ácido y diabólico que una mujer criticando a otra o, mejor aún, dos mujeres descuartizando, perdón, criticando, a una tercera. 

Escribo el post tras una pequeña sesión de vivisección que hoy he tenido el placer de presenciar, entre cautivado y maravillado, en el hospital. Por un tema absolutamente colateral ha salido el nombre de una chica con la que tengo una relación puramente tangencial: vamos que no sé si es Santa Teresa de Jesús o la peor de las mujeres sobre la faz de la tierra, pero en el fondo es igual. 


Y ahí aparecen Uma Thurman con su katana, Sharon Stone con su picahielos y un ejército de mantis religiosas tan ansiosas de sangre que no pueden esperar a consumar el acto para decir esas magníficas barbaridades que si las pronunciara un hombre no volvería a trabajar en su puñetera vida por machista repugnante, misógino y simio con patas.

Pero no, las ha dicho una mujer. Estamos salvados.


Cuando tengáis que ir a la próxima boda, cena de amigos, de empresa o similar, intentad situaros entre dos mujeres de la categoría super-víbora. Son lo mejor para estos eventos. No pasan ni una. Si además una es tu pareja entrarás en el séptimo cielo: la maldad es sexy. Muy sexy. Terriblemente sexy. 

- "Repite el vestido de la última boda, pero entonces le quedaba mejor". 
- "Has visto como lleva el pelo, casi ni se lo ha lavado". 
- "Parece un pollito con ese disfraz que lleva". 

Pero no creáis que quedan en un simple comentario. Es como la ira: cuando tienes un cabreo monumental cada instante en el que lo expresas te retro-alimenta, es el combustible, la gasolina que provoca que el incendio sea cada vez mayor. 

Y ellas son así: cogen a su víctima y la destrozan, en muchas ocasiones de forma gratuita, sin motivo especial. No hace falta que sean archi-enemigas, pueden ser hasta amiguísimas del alma y de la muerte pero cuando sueltan su lengua viperina no hacen prisioneros. 

Hoy he visto como sacaban los colmillos y se abalanzaban sobre otro espécimen de su misma raza  y sexo con una velocidad y fiereza asombrosa, solo porque alguien ha mentado su nombre, con frases tan lapidarias, tan malignas y tan escandalosas como "todo el mundo sabe lo que quiere", e "intenta ganarse un puesto poniéndose de rodillas", "hace tiempo que la hemos calado". 

Si yo hubiera proferido semejantes difamaciones me iría de cráneo al infierno de Dante pero ellas las sueltan convencidas de que en el cielo tendrán una parcela en exclusividad. De las grandes. 

Aquí los hombres somos meros aficionados. Llevo años rodeado de víboras porque me encanta la naturaleza y nunca he llegado a ser más que un aprendiz de cuarta categoría. 

Así que, queridos hermanos, cuando veáis una super-víbora sentaos y disfrutad de un espectáculo digno del National Geographic, y queridas hermanas, tened esta imagen bien grabada en vuestro cerebro cuando no podáis acudir a una cena de amigas. 



Es lo que harán con vosotras. 

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