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domingo, 25 de febrero de 2024

Flowers y el masturdating

Flowers y el masturdating



El otro día se hizo viral (vamos, que triunfó como la Coca cola) la hace ya mucho tiempo atrás niña Disney Miley Cyrus con su canción Flowers por la que recibió un Grammy. Miley es una artista redonda, polihédrica, que se inventa y se reinventa, un poco estilo Madonna: a veces acierta más, otras menos. 




Pero no quiero opinar sobre ella si no sobre la letra de la canción y un nuevo y superguay y modernísimo concepto que oí hace poco, el masturdating, que básicamente se basa en que uno puede hacer cosas por libre, a su bola, con el convencimiento de que no hace falta una pareja para salir de cena o ir de viaje, que uno, como en el autosexo, se conoce muy bien y suele discutir poco consigo mismo. Podríamos recuperar la adolescente frase «la masturbación está bien pero follando conoces gente».  


Si te vas de cena solo no tendrás que discutir o ceder: no acabarás en un japo carísimo cuando te apetece un apetitoso y barato pà amb tomàquet. Si viajas solo no podrás quejarte de que no has salido bien en las fotos porque el artista a ambos lados de la cámara eres tú; o de que te hacen madrugar demasiado (o que se levanta muy tarde y no os da tiempo de nada); o que no llegaste a echar la moneda en La fontana del porcellino porque tu compañera (o compañero, paz) estuvo cuatro horas haciéndose fotos en el Puente Vecchio o sufrió el Síndrome de Stendhal delante del David de Miguel Ángel y se quedó pasmada (o pasmado, paz) observándolo tan detenidamente y con una subyugación tal que te convenciste de que has de ir al gym a ponerte cachas como él si quieres conservar a tu pareja. 



Flowers ataca esta línea de pensamiento del masturdating y tiene, como se dice hoy en día «un mensaje muy poderoso»: correcto, pero ¿es mensaje bueno o mensaje malo? Me reservo para otro día un post sobre la tendencia al empoderamiento femenino «por encima de sus posibilidades» a la hora de buscar pareja, pero creo que va en la misma línea. 


Desde mi divorcio he sido soltero más tiempo del que he tenido pareja y he hecho muchas cosas solo: he cometido mucho masturdating (¡que dirían los curas de mi cole!) sin haberlo sabido. He cenado solo, he viajado solo, he ido a conciertos y museos solos. Y está bien, porque un fin de semana turisteando, una paella en un buen restaurante, o una semana en la playa, es mejor, aunque sea solo, que quedarse en casa viendo Machos alfa en Netlifx o un Madrid-Girona. 


Es genial que no necesites a nadie pero, salvo honrosísimas excepciones, a todos nos mejora la experiencia que alguien (aquí añadir un «a quien queremos» con las múltiples formas de amor y no alguien a quien no aguantamos y no nos divorciamos por los niños) nos haga las fotos, nos de conversación en la comida o nos ayude a completar la visita con detalles del David que no hemos visto. Y, si hay un poco de pelea, tampoco esta de más. 


En Flowers Miley Cyrus afirma orgullosa que ella misma se puede comprar flores, bailar toda la noche sin acompañante, cogerse la mano o hablar durante horas de cosas que él (evidentemente) no entiende. Para mí es un buen mensaje si entendemos la canción como una cuestión de supervivencia, como un acto pasajero en el que nos sentimos cómodos y a gusto con nosotros mismos, como una forma de no seguir con alguien que no nos aporta o no caer en el primer advenedizo que nos diga cuatro tonterías. Pero, quizás, deberíamos seguir entendiendo como sociedad que el «no necesito a ningún hombre» (o mujer, paz) es tan sano como no perder de vista que, a casi todos, nos gusta infinitamente más que nos regalen flores, que nos hagan mimos o que nos escuchen cuando contamos nuestros banales y mundanos problemas que vivir en una interminable sucesión de tan solo aceptables «masturdatings».  

sábado, 17 de febrero de 2024

Que por ti llore el Tigris

Que por ti llore el Tigris


Libro escrito de forma sencilla (frases y capítulos cortos) pero elegante, narra la historia de una chica iraquí que se queda embarazada de su novio antes del matrimonio lo que, en esa cultura, equivale a una sentencia de muerte. 


Opera prima de Emilienne Malfatto (Francia, 1989) periodista que fue reportera de guerra en Irak, lo que le da verosimiltud al relato. Traducción de Palmira Feixas (que nunca lo ponemos y me parece injusto). 



La escritora tiene dos libros más publicados Les serpents viendront pour toi y Le colonel no dort pas que no he encontrado traducidos al castellano.


Es un libro corto (101 páginas, Editorial Minúscula) narrado en primera persona por diversos personajes (la chica, el novio, los hermanos, la madre..) que transcurre de forma lineal desde el inicio hasta el final sin sorpresas. Muy fácil de leer nos transporta sin excesivos dramatismos a otro país con una cultura que, desde nuestro punto de vista, es inimaginable. Seguramente ese es el mejor punto del libro: poner el foco en unas realidades que vistas desde el primer mundo occidental nos parecen de otro planeta, con mujeres sin ningún tipo de derechos. 


EL río Tigris es espectador que narra desde fuera y no hace más que, combinado con la voz de Gilgamesh (héroe mesopotámico) dar entrada a cada capítulo y otorgarle un toque poético que quizás es lo que menos me ha enganchado del libro.  


Es perfecto para un club de lectura (ha sido la del trimestre en el club de nuestro hospital) porque creo que da pie a mucha discusión filosófica: por ejemplo, con respecto a lo que significa un heteropatriarcado de los de verdad o como Mesopotamia, que es la cuna de nuestra civilización, puede haber involucionado así. 


Es posible que el libro esté bien acabado y que diga lo que quería decir pero he echado de menos que los diferentes puntos de vista (desde cada personaje) tuvieran más profundidad. 


Un libro rápido y fácil de leer (en dos horas tirando largo lo finiquitas), sobre un tema siempre de actualidad como es la discriminación de las mujeres y que puede dar pie a confrontar opiniones y formas de entender la vida. 


Os dejo el link por si lo queréis comprar: 

Que por ti llore el Tigris