Flowers y el masturdating
El otro día se hizo viral (vamos, que triunfó como la Coca cola) la hace ya mucho tiempo atrás niña Disney Miley Cyrus con su canción Flowers por la que recibió un Grammy. Miley es una artista redonda, polihédrica, que se inventa y se reinventa, un poco estilo Madonna: a veces acierta más, otras menos.
Pero no quiero opinar sobre ella si no sobre la letra de la canción y un nuevo y superguay y modernísimo concepto que oí hace poco, el masturdating, que básicamente se basa en que uno puede hacer cosas por libre, a su bola, con el convencimiento de que no hace falta una pareja para salir de cena o ir de viaje, que uno, como en el autosexo, se conoce muy bien y suele discutir poco consigo mismo. Podríamos recuperar la adolescente frase «la masturbación está bien pero follando conoces gente».
Si te vas de cena solo no tendrás que discutir o ceder: no acabarás en un japo carísimo cuando te apetece un apetitoso y barato pà amb tomàquet. Si viajas solo no podrás quejarte de que no has salido bien en las fotos porque el artista a ambos lados de la cámara eres tú; o de que te hacen madrugar demasiado (o que se levanta muy tarde y no os da tiempo de nada); o que no llegaste a echar la moneda en La fontana del porcellino porque tu compañera (o compañero, paz) estuvo cuatro horas haciéndose fotos en el Puente Vecchio o sufrió el Síndrome de Stendhal delante del David de Miguel Ángel y se quedó pasmada (o pasmado, paz) observándolo tan detenidamente y con una subyugación tal que te convenciste de que has de ir al gym a ponerte cachas como él si quieres conservar a tu pareja.
Flowers ataca esta línea de pensamiento del masturdating y tiene, como se dice hoy en día «un mensaje muy poderoso»: correcto, pero ¿es mensaje bueno o mensaje malo? Me reservo para otro día un post sobre la tendencia al empoderamiento femenino «por encima de sus posibilidades» a la hora de buscar pareja, pero creo que va en la misma línea.
Desde mi divorcio he sido soltero más tiempo del que he tenido pareja y he hecho muchas cosas solo: he cometido mucho masturdating (¡que dirían los curas de mi cole!) sin haberlo sabido. He cenado solo, he viajado solo, he ido a conciertos y museos solos. Y está bien, porque un fin de semana turisteando, una paella en un buen restaurante, o una semana en la playa, es mejor, aunque sea solo, que quedarse en casa viendo Machos alfa en Netlifx o un Madrid-Girona.
Es genial que no necesites a nadie pero, salvo honrosísimas excepciones, a todos nos mejora la experiencia que alguien (aquí añadir un «a quien queremos» con las múltiples formas de amor y no alguien a quien no aguantamos y no nos divorciamos por los niños) nos haga las fotos, nos de conversación en la comida o nos ayude a completar la visita con detalles del David que no hemos visto. Y, si hay un poco de pelea, tampoco esta de más.
En Flowers Miley Cyrus afirma orgullosa que ella misma se puede comprar flores, bailar toda la noche sin acompañante, cogerse la mano o hablar durante horas de cosas que él (evidentemente) no entiende. Para mí es un buen mensaje si entendemos la canción como una cuestión de supervivencia, como un acto pasajero en el que nos sentimos cómodos y a gusto con nosotros mismos, como una forma de no seguir con alguien que no nos aporta o no caer en el primer advenedizo que nos diga cuatro tonterías. Pero, quizás, deberíamos seguir entendiendo como sociedad que el «no necesito a ningún hombre» (o mujer, paz) es tan sano como no perder de vista que, a casi todos, nos gusta infinitamente más que nos regalen flores, que nos hagan mimos o que nos escuchen cuando contamos nuestros banales y mundanos problemas que vivir en una interminable sucesión de tan solo aceptables «masturdatings».