Seguidores

domingo, 14 de septiembre de 2025

El ego. Mi ego.

En estas últimas dos semanas la palabra "ego" ha salido a mi paso, así, de forma distraída, como quien no quiere la cosa. La primera vez, de forma sutil, se acercó en una reel de Instagram en el que Joan Gaspart —para el que no lo conozca, expresidente del Barça—reivindicaba la parte positiva del ego. Afirmaba que fue su ego el que lo llevó a la presidencia del Barça, lugar donde le hizo naufragar estrepitosamente. Para él, el ego era como la energía nuclear: podía ser excelente o podía llevarte a la destrucción.

Pero esta semana, tras un chiste gráfico que colgué en mis historias de Instagram me dijeron —y no fue mi madre— que  tuviera cuidado, que alguien podría acusarme de tener el "ego demasiado grande". 

Este es el chiste gráfico. Para quien no lo sepa, Tres Caminos es mi tercer libro.



Lo acompañé con un #truestory por el que también me preguntaron. Soy un caballero y ni por las opiniones más abyectas, aunque sean sobre una de mis creaciones, obligaría a bajar a una damisela (o "damiselo") de mi coche. 

Vamos a aclararlo, aunque sea innecesario: si a alguien no le ha gustado mi libro, que más de uno habrá por el mundo, no pasa nada. Es libre de opinar, y me seguirá cayendo igual de bien (o de mal) que antes. 

Le dejo a mi amiga, "la del ego", la otra versión, menos creíble. No la publiqué porque Chat GPT y yo no conseguimos entendernos y no le dio la gana de poner el cartel con el texto debajo del chico en la segunda foto. 


Este comentario me hizo reflexionar —estoy en mis últimos días de vacaciones y puedo perderme en naderías —sobre lo que dijeron "l´amic Joan" y mi amiga; si tener ego es bueno o malo. 

Lo primero es aclarar que hablamos del "ego" coloquial, el de estar por casa, el que no tiene nada que ver con Freud y la filosofía. En ese caso, el ego —aquí viene la parte culta del post— es la parte de nuestra mente que organiza, razona y nos permite funcionar en la realidad, manteniendo un equilibrio entre nuestros deseos instintivos, nuestras normas morales y las condiciones del mundo real. Equilibra el "ello" y el "superyo". Es, por tanto, no solo bueno, sino imprescindible. 

Pero la RAE, en su segunda acepción, dice esto "m. coloq. Exceso de autoestima"

O sea, que me están diciendo que el chiste gráfico podría hacer que me acusaran de exceso de autoestima. Gran tema. Peliagudo, pero gran tema. 

De la acusación por el chiste del coche (o de la cama), aplicaré la doctrina Dogbert: "nunca expliques un chiste, nunca te excuses". 

¿Qué es el exceso de autoestima y por tanto, el ego? Uno de los grandes males de nuestra era. Tan terrible y pernicioso como su antónimo, la falta de autoestima. Muchas personas se autoperciben muy por encima del que realmente tienen. Otros, muy por debajo. 

Empecemos dudando, discusión que ya daría para una vida, de cuál es la forma correcta de saber cuál es tu valor correcto. ¿El que te otorgaría un jurado que representara los valores de la sociedad? ¿Qué cualidades puntuarían? ¿Físico? ¿Inteligencia? ¿Simpatía? ¿Empatía? ¿Dinero? ¿Fidelidad? 

Así que cada uno, que tiene la percepción que tiene de sí mismo, tiene que danzar sobre la cuerda floja, haciendo auténticos malabares entre la baja autoestima, la falsa modestia, el ego desmesurado y el narcisismo (insulto que cotiza al alza, muchas veces acompañado del "psicópata").

Es complicado saber lo que uno vale en realidad. Unos días nos amamos con locura y otros no nos aguantamos a nosotros mismos. A días pensamos que nos merecemos yate, Ferrari y top model, y a días creemos que un destierro en la isla de Elba sería el premio justo, escondiéndonos de la sociedad cual parias. A días pensamos que con nosotros se ha roto el molde y otros, que por qué no lo rompieron antes. 
 
Si hacemos caso a lo que ponen en las redes sociales, hay un hiperinflación absoluta de muchos egos. La frase "yo merezco mucho más que esto" no va acompañada, en muchas ocasiones, de unas cualidades que lo sustente. Lo hace, simplemente, de la idea de un ego inflamado en los que, en la mente del (de la) protagonista, uno debería tener el anillo de la novia de Cristiano o el coche del jugador. Sin ser ni listo, ni culto, ni guapo, ni  simpático, ni divertido, ni rico... Poned también en la frase anterior, kista, culta, guapa... Creo que muchos sabéis a que me refiero y no quiero entrar al trapo para no arder en la hoguera.

¿Actuar, cantar, ser deportista profesional y, por qué no, escribir, requiere de un cierto ego? Posiblemente. Y publicar todo el día en Instagram o TikTok. O explicar chistes. O contar anécdotas en una cena. Creer que lo que hacemos va a interesar a un grupo más o menos amplio de persona se asocia a una cierta autoestima.

Quizás, aunque se parezca pero no es lo mismo, a un cierto egocentrismo. A creer que el mundo, de una manera u otra, pueda girar en torno a ti. Que tú eres relevante. 

¿Pero qué seríamos si un leve toque de ego o egocentrismo? Solo creernos un diez por ciento mejores de lo que somos posiblemente nos ayude, de forma paradójica, a mejorar. Lamine sin ego —¿es ego creerse el mejor del mundo cuando posiblemente lo seas?— marcaría la mitad de goles. 

Si escribo como los ángeles (es un suponer, tranquila la audiencia, no se subleven) o estoy como un queso (otro suponer) y lo sé..  ¿es eso ego? No. Pero si creo que soy más guapo que Brad Pitt en Who knows Joe Black, o que, injustamente, no me han dado el Premio Nobel de literatura... sí. 

Evaluar si alguien tiene un ego más grande que el futuro Camp Nou puede ser entre fácil e imposible y, en muchas ocasiones, depende más de las simpatías que despierte que de una justa evaluación de su autopercepción. 

Mi ego y yo nos despedimos de los que hayáis tenido la paciencia de llegar hasta aquí. Y os dejo una foto de cómo sería yo, cargadito de ego. He salido clavado. 





viernes, 12 de septiembre de 2025

El "efecto Corleone" o la simpatía por el mal.

¿A alguien le caía mal Vito Corleone? ¿Algún trastornado en la sala creía algo diferente a que Michael Corleone era un gran hombre que solo defendía a su familia? 

El padrino, esa gran película que es la favorita del casi 100% de los hombres blancos heterosexuales de cincuenta años, nos muestra algo tan humano como inquietante: los malos, por muy malo que sean, nos gustan. O nos pueden gustar.  O, de entrada, nos pueden caer bien.

Pongamos otro ejemplo: el psicópata asesino que interpreta el gran Billy Bob Thornton en Fargo. Con sus valores, discutibles, como los de la familia Corleone, es nuestro amigo desde el primer crimen. No queremos, por nada del mundo, que lo detengan. Y le disculpamos cada asesinato.

Hace unos años leí una entrevista a Risto Mejide, un personaje que no me convence pero que es inteligente (sin duda) y dice cosas interesantes (a veces). Afirmaba que no le preocupaba caer mal, porque es una hecho que no tiene nada que ver con cómo eres. Igual sí con lo que dices. O con cómo lo dices. O con la camisa que llevas. Después, cuando te conocen, puedes gustar o no, y eso tiene un poco más de interés. Que tu auténtico yo agrade es algo que lógicamente nos preocupa: a  unos más y a otros menos. Depende de la necesidad de aceptación social y de lo a gusto que estés contigo mismo. 

Caer bien sin merecerlo es parte imprescindible de este efecto. 

En los libros que he escrito he detectado entre los lectores el "efecto Corleone", y me ha parecido muy curioso. Lo primero es aceptar, como autor, que un personaje que nace de tu imaginación caiga mal y asumirlo con naturalidad. Yo le tengo cariño a todos, y que hablen mal de cualquiera de ellos me rebela, de la misma manera que te indignas cuando un extraño habla mal de tu hijo o de tu mujer. Aunque el angelito sea la piel de Barrabás y tu esposa una arpía. Pero es tu arpía. 

Algunos protagonistas (Seldon de Tres caminos) están escritos para, al inicio del libro, ser antipáticos. Al ser un personaje redondo (que cambia durante la novela) cuando lo atacan diciendo que es un sobrado pienso "¡pero si es un trozo de pan!, ¡esperad a que siga la historia!" Ese sería el efecto contrario al efecto Corleone. Cae mal de forma un tanto gratuita porque sus cualidades superan a sus defectos. 

De mis cuatro libros, en el que me ha sorprendido más la opinión de los lectores ha sido en Lo que sucedió tras la muerte de mi madre. El personaje principal, Miguel, enamora. Y se entiende, porque es más majo que las pesetas. Es el efecto buscado. Pero, ¡oh sorpresa!, el comentario que me han hecho en ocasiones de ese libro es que "es demasiado perfectos". Vaya...  Es más, la crítica de ese libro realziada por una correctora profesional que me dio hasta en el DNI, y a la que no hice ni caso porque si no jamás juntaría dos palabras más sobre un papel, decía que TODOS los personajes eran demasiados maravillosos. Vaya (x2). 

En el libro hay infidelidades y secretos de esos que jamás deberían ocultarse a las personas que quieres. De Miguel, infiel reconocido, siguen pensando que es más bueno que el pan a pesar de. Isabel, sin embargo, que no tiene pecados capitales en su haber, tiene más detractores que fans. Curioso, pero la infidelidad parece más ligera que ocultar secretos o poner límites a tu vida, saber qué es importante y qué no. Para ti, no para los demás. 

En El padrino a Vito se lo perdonamos todo. Un chaval que llega desde Italia se mete en la mafia y va subiendo. Mata a quién tenga que matar. Hace aquello que sea necesario para sobrevivir por terrible que sea. Pero, al menos, como el personaje de Fargo, tiene un código. En este caso la familia, la fidelidad (que ya sabemos que, en teoría, va por delante de todo) y poco más. Las cenas familiares alrededor de una mesa, siempre con espaguetis a la boloñesa y donde no se habla de negocios, el respeto a "la Mamma", el amor por los hijos y por la esposa, aunque le pongan unos cuernos desde aquí a Lima. Unos valores tradicionales que se respetan. ¿Que asesinan y extorsionan a diario? Como diría Billy Wilder, nadie es perfecto. 

Nos daría el efecto Corleone, extendiendo el concepto, para hablar de muchos casos y personajes públicos. Desde aquellos que han visto arruinadas sus carreras por escándalos que eran naderías pero a los que se ha tratado como si fueran genocidas, a otros que, objetivamente, han tenido comportamientos mucho más criticables, rozando o entrando en lo penal, y con los que no ha pasado absolutamente nada. Y no solo en la vida pública, también en vuestros trabajos, en vuestras familias y en vuestros círculos familiares hay personas a las que se les perdona cualquier tropelía y a otros a los que no se les pasa ni una coma mal puesta. 

Sirva este escrito para reivindicar el "Efecto Corleone" y ser capaces de navegar, sin ruborizarnos, entre nuestras contradicciones. Porque, no lo negaré, amo a Vito y Michael Corleone. Y esta foto que nos hicimos en la boda de Connie, es de mis favoritas... 









Os dejo mis libros para que podáis opinar con conocimiento sobre mis "efecto Corleone"


Lo que sucedió tras la muerte de mi madre 



Tres caminos 


Una historia casi real


Mi primer amor era una bruja 











domingo, 7 de septiembre de 2025

María Pombo: entre el elitismo lector y la apología de la incultura.

María Pombo dice que leer no es importante, así que si quieres cerrar el post, tienes una defensora. 

Conozco el personaje desde hace años. De forma tangencial. Por una pareja que la seguía y a la que le parecía interesante y por alguna noticia que leo en las redes. A mí me da pereza. 



Para los que no la conozcáis, una pincelada: guapa y rica, tiene una esclerosis múltiple (relevante porque ella centra parte de su contenido en su enfermedad) y habla de lo que le viene en gana. Todo muy "somos fantásticos", incluso con sus problemas (la esclerosis) y sus debilidades. De estos instagramers que te hacen pensar que eres un desgraciado por un simple proceso comparativo. 

La polémica, algo que le conviene porque aquí estamos muchos debatiendo sobre ella y no del tiempo, vino porque habló de la lectura como quien habla de jugar a las damas. 

Empieza bien cuando dice algo en lo que yo, siendo lector y escritor, estoy de acuerdo. A veces, los grupos de lectores o los lectores extremos se creen que son una élite que habla de los desgraciados que son los no lectores. Como si fueran parias a los que habría que eliminar de la faz de la tierra porque no leen. Y, en eso, no puedo estar de acuerdo. Esta forma de sentirse superiores me parece vacía de contenido, absurda, inútil y sin sentido. Un desprecio gratuito hacia el que no lee. 

Todos los grupos que están unidos por una afición, una cualidad o una habilidad lo tienen: desde los "gymbro" pasando por los artistas, los guapos o los listos. Los que somos aficionados a Bruce Springsteen no entendemos que a alguien le parezca un pesado. Y así les pasa a todos los que tienen una pasión, que no comprenden que no la comparta todo el universo. 

Lo mismo de la ortografía. Si alguien pone "Haber si quedamos", pues lo ha puesto. ¡Qué le haremos! Es posible que en este texto falte una tilde por descuido o por ignorancia. Pido disculpas. 

1-0 para María. 

Pero luego María Pombo se desvía. Mucho. 

Una cosa es que no pase nada por no leer (no son idiotas, no hay que expulsarlos de la sociedad) y otra que afirme que da lo mismo leer que no leer. Como si fuera igual expresarse de forma fluida o torpemente. Como si fuera igual tener una buena educación o una mala. Pues no, María, no. No es que lo diga yo, es que lo dicen múltiples estudios. En múltiples áreas. Mejora la estimulación cerebral; ayuda a concentrarse algo de lo que, en la época de las redes sociales, vamos justitos; expande tu vocabulario; enriquece la conversación en fondo y forma; proporciona  capacidad para desarrollar pensamiento crítico y paralelo... 

Lo acaba de arreglar cuando dice que le gustan los libros de interiorismo, que es algo que le apasiona. Le faltó decir que, además de las fotos, también lee los pies de fotos. Como los hombres de los años ochenta con Interviú. 

La sociedad, en parte gracias a estos instagramers que tienen un punto fuerte (en su caso, moda y estilo de vida) pero opinan de todo, ha conseguido que se cree una apología de ciertas características de las personas que son negativas, intentando blanquearlas hasta que se consideren aptitudes. 

El sobrepeso y la obesidad son malos. No es una cuestión estética. Disminuye la calidad y la esperanza de vida. En Estados Unidos, que siempre nos llevan ventaja en todo, también en la estupidez, en la consulta médica si acude alguien con obesidad les tienen que preguntar algo así como "¿estaría usted confortable si abordáramos el tema de su peso?"

No hacer deporte es negativo. No hace falta hacer triatlones pero practicar deporte de forma moderada tres o cuatro veces por semana es vital para tener una vida larga y de calidad. Hecho incontestable. 

Un preámbulo: cada trayectoria vital es diferente. 

Yo he tenido la suerte de tener una buena educación (colegio concertado de calidad, universidad)  y un buen entorno lector. Recuerdo estar suscritos al Círculo de lectores cuando no había un duro en casa y las librerías repletas. Y sí, mi padre leía Zane Grey (novelas del oeste) y no mucho más. También la calidad de la lectura importa. Pero mejor una novela de tiritos que nada. Mi madre, cualquier tipo de libro. 

Leí hace unos meses, no recuerdo a quién, que una diferencia de la sociedad actual con la de hace veinte años es que ahora ser inculto cotiza al alta. No solo no avergüenza si no que la gente se ríe. Esas entrevistas a la gente joven en que les pregunta por la capital de Francia y dicen cualquier salvajada, pero se descojonan. Porque consideran que no sirve de nada. Que es una idiotez de "boomers". Les da igual saber que no saber. A mí me preguntan la capital de Bosnia y no me acuerdo o la fallo y estoy avergonzado toda la semana... 

Estoy con la instagramer, no hay que ser cruel con nadie. Tampoco por no leer . Que nadie los mire por encima del hombro. Pero María, por favor, desde el poder que te da que te sigan tres millones de personas, deja de hacer apología de la incultura. Y, ya puestos, te recomiendo que leas Fahrenheit 451.

Y si quieres, te hago llegar cualquiera de mis cuatro libros, que tus tres millones de seguidores me irían que ni pintados... 

A los que leéis, os dejo los enlaces aquí para que no perdáis tiempo googleando... 


Lo que sucedió tras la muerte de mi madre
 



Tres caminos 


Una historia casi real


Mi primer amor era una bruja