Cada diciembre, Spotify decide recordarme (como a medio mundo) quién soy. Por si se me olvida. Siempre es bonito que una app te evalúe la personalidad sin pedirte permiso. Nadie sabe mejor qué la app que música me gusta (lo que reconozco y lo que no): si escucho Rafael a escondidas o si rajo de Bad Bunny o la Bicha pero luego devoro sus temazos épicos. Estamos desnudos ante el algoritmo.
Lo primero que vi este año me ha hecho sonreír con orgullo casi paternal, con Prince y Bruce Springsteen encabezando mis artistas más escuchados.
Ahí están, firmes, envejeciendo uno conmigo —y 20 años más —y manteniéndose el otro eternamente "joven" con los 57 años con los que murió. Dos columnas clásicas que sostienen mi dignidad musical, la de los que sabemos quién era David Bowie.
Gomet contento para mí.
Pero, ¿qué es la vida si tras un gomet contento no viniera uno, si no uno triste, al menos neutro? Lo que sería un 7 en una encuesta NPS.
Cuando me chivaron mis canciones más escuchadas — allí es donde siempre hay sorpresas—descubrí que mi top 3 y mi top 4 eran "Teardrops"… La misma canción en dos versiones distintas: ninguna de ellas la original ¡Guau!
Spotify me deja un mensaje subliminal que se resumiría en esta frase: “este buen hombre es capaz de obsesionarse con la tristeza con nimias variaciones”. ¿Soy así? ¿Me conoce el algoritmo mejor que mis amigos? ¿Mejor que yo?
Pero... la cuarta más escuchada "Every breath you take". Noooooo... No me lo creo... ¡He abusado mucho más de otras canciones mucho más ñoñas! ¡No cuela Spoti!
Segundo gomet contento: la cantidad de horas que he dedicado a oír música. 49.000 minutos. Soy de los que creen que la vida sin música no tiene mucho sentido. De los que cantan en la ducha, en las escaleras del hospital —true story—o por la calle con los auriculares. 49.000 minutos bien invertidos, por detrás de los 64.000 de mi hija. A mi hijo, 18.600 —se excusa diciendo que se pone a veces Soundcloud— le he pegado una paliza.
Pero ojo, que viene el "plot twist", el giro inesperado: 8 de mis 10 primeras canciones… ¡son nuevas para mí!
No las había escuchado antes — al menos de forma insistente —así que no pueden ser consideradas como "antiguas". No son When doves cry o Thunder Road. Eso significa que, pese a mi reputación de clásico recalcitrante, ¡aún tengo margen de innovación! Algo se mueve ahí dentro. ¡Sigo vivo! Algo curioso, inquieto, dispuesto a probar sonidos nuevos —o viejos pero olvidados—siempre que no incluyan autotune ni letras incomprensibles en mi idioma materno. Salvado.
A pesar de eso, Spotify calcula mi edad musical en 57. En realidad tengo 55 recién cumplidos (o sea que durante el 2025han sido 54) Hay que decir que 57 es... la edad a la que murió Prince. ¿Casualidad? No lo creo. Un guiño inteligente... ¡Qué lista es la IA!
Esta es la parte introspectiva del "Wrapped".
Pero otros conocidos y amigos ya han empezado a colgar los suyos.
Interesante mirar los Wrapped ajenos —ese deporte nacional del cotilleo, en este caso musical— y descartar amistades o posibles parejas por sus gustos musicales.. Ahí descubrí que existe un género llamado Neo perreo. Y no, no es el protagonista de Matrix perreando... Yo pensé que era una coña. Pero no: es real. Tan real como que lo que gana en los jóvenes es la música en castellano que necesita subtítulos porque no se entiende ni una sílaba. Mi hija, orgullo, tiene como género top el City Pop, que tampoco sé lo que es, pero me suena mejor. Mi primogénito Hardstyle por cierto... ni tan mal. Algo habré hecho bien. Y tienen sobre los 40 años en gustos musicales.
Lo de la edad, curioso, amigas de 38 con edad de 83, de 55 con edad de 25... pero sin conocer su lista con detalle no me atrevo a juzgarlos.
En cada primera cita, en cada nueva amistad, en cada entrevista de trabajo la lista de "favoritos" de Spotify debería ser compartida. Nos evitaríamos disgustos, ghosting y lovebombing.
Para acabar, antes de que alguien me lo diga, sí, todo esto es tonto, fútil y ligero, pero eso —en su cierta medida— está muy bien: no podemos tomarnos la vida en serio todo el tiempo. Como este post que me ha hecho pasar un buen rato al teclado.
Este Wrapped me deja una conclusión bastante tierna: sigo siendo yo, con mis obsesiones, mis clásicos y mis Teardrops duplicados… pero todavía soy capaz de descubrir música "nueva" sin convertirme en un fósil. Algo es algo.
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