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domingo, 27 de agosto de 2017

Manifestaciones, terrorismo, respeto a las víctimas y unicornios rosas

Ayer no fui a la manifestación de Barcelona. Decidí quedarme en casa porque era muy previsible que pasara lo que pasó. Si a alguien le sorprendió es que no conoce Catalunya y como están las cosas hoy en día. 



Para empezar: creo que las manifestaciones como las de ayer sirven  de muy poco: para que que los ciudadanos se feliciten entre ellos por ser muy solidarios, para que las víctimas se sientan un poco más arropadas (si no lo han estado con los millones de manifestaciones en redes sociales de esta semana previa) y para que los políticos se hagan la foto. 

Breve repaso. 

El jueves tenemos el atentado en Barcelona y no tarda ni 24 horas en "politizarse". Desde España. La actuación de Mossos, de Colau, de Puigdemont y de la prensa y ciudadanía catalana es absolutamente ejemplar. 

En pocas horas empezamos a sufrir esta politización en forma de vinculación de la forma mas diversa entre independentismo y islamismo radical, sea creando una esquizofrénica relación causa-efecto, sea aprovechando cualquier información tendenciosa o directamente falsa como lo de que Puigdemont dijo a las pocas horas que seguía la "hoja de ruta". La forma iba desde chistes repugnantes (como el del rastrero Peridis), a editoriales o artículos de opinión de los principales periódicos (El País y El Mundo a la cabeza) hasta ataques catalanofóbicos por hablar en catalán en las redes sociales. 

Uno puede decir que a los políticos españoles no se les puede vincular con lo que dicen los medios de comunicación. Ok. Pero eso ya es empezar a creer en los unicornios. Los medios de comunicación están al servicio del poder en España de forma descarada. Son la voz de su amo. 

En resumen que el unionismo politiza desde el segundo cero. Sin rubor. Indiscutible. 

En los siguientes días devoro información: veo principalmente TV3 (no recuerdo una sola frase que fuera censurable), oigo las declaraciones de los políticos (autonómicos y nacionales), leo en la web gran parte de los periódicos y vivo conectado a twitter. 

Mi sensación y la de muchos es que estamos en otro país. Este comentario se hace en twitter repetidamente y podría ser el inicio de la politización por nuestra parte. Ok. 

Pero es que no reconozco como propios a Zoido, a Rajoy, al Rey, que tardan una barbaridad en acudir a Barcelona y cuando hablan no tienen nada que decir que no sea "acabaremos con los malos". No aportan nada. O peor aún, nos empiezan a vacilar: los Teddax de la Guardia Civil diciéndole a los de los Mossos que ellos lo hubieran hecho mejor (menudos compañeros), echándole en cara a Colau que no hubiera bolardos en las Ramblas (para el día después ponerlos en media Madrid porque tampoco los había) 

Sí, todos muy apenados por las víctimas pero con el ventilador que esparce mierda en modo "on". A todo trapo. 

Evidentemente en un colectivo tan heterogéneo como el independentismo no todo el mundo ha estado a la altura: la CUP demuestra lo que son, gente de miras bastante estrechas que tendremos que controlar muy de cerca si algún día llegamos a ser independientes, y algún que otro comentario que nos podíamos haber ahorrado. No somos perfectos. Ni de chiste. Pero la equidistancia, el decir seis de uno y media docena del otro no sirve. 

Y  llega el día de la manifestación en el que se presentan con la idea de ponerse delante. Personas que muchos no reconocemos como propias. 

Empecemos por el presidente del Estado Español: el Sr Mariano Rajoy se ve en Catalunya como un bulto sospechoso, como un enemigo, como el que no ha dimitido por "las cloacas del Estado", es que ni le consta, el máximo responsable de que muchos no veamos ni de lejos la más mínima posibilidad de entendernos con el gobierno central. El que la última vez que vino prometió que su gobierno iba a invertir de verdad en obra pública en Catalunya y diez días después presentó unos presupuestos donde no había ni sombra de lo prometido: vamos, que mintió. 

Sigamos con el Rey Felipe VI, un rey bajo sospecha de una institución bajo sospecha, que no quiso recibir a la presidenta del Parlament cuando Junts Pel Sí ganó las elecciones (no le gustó el resultado, viva la democracia) y que viene, tarde, muy tarde, solo para hacerse las fotos con los niños enfermos  (también tiene con jeques de más que dudosa reputación) y encabezar la manifestación. Un Rey que sabe que si en Catalunya se pudiera votar sobre su continuidad tendría un NO catedralicio. 

Podríamos hacer una lista: el 90% de los políticos que desembarcaron  en Barcelona para ponerse al frente de la manifestación no son queridos por la población por decirlo de forma políticamente correcta.


Los ciudadanos no queremos que vengan a las "manis". Si tanto aman a Catalunya que lo demuestren con actos. La perspectiva está clara y llevamos interiorizándola: esta gente no nos quiere. Sin más. Y el desafecto es mutuo. 

Así que el desembarco de estas fuerzas políticas del Estado Español era normal que no se viera con buenos ojos: mucha gente estaba muy calentita después de la semana que llevábamos de leer tonterías y de tragarnos muchos sapos. 

Pero volvamos a ese mundo ideal de Unicornios rosas en los que todos nos olvidamos por dos horas de las afrentas: los independentistas guardan sus esteladas y van a la mani. 

¿Cuál hubiera sido el resultado? Una foto con el Rey, con Rajoy y con Soraya con banderas españolas de fondo. Una foto perfecta pre 1-O, la de la Unidad de España por los atentados en Barcelona. Porque banderas españolas habían y se repartían. Esta foto parece un fake por sorprendente pero al parecer es de ayer.. 


Así que no fui porque me parece todo una gran bazofia pero culpar al independentismo de politizar los atentados me parece de una desfachatez repugnante, una posverdad como la copa de un pino. 

Dijo Serrat aquello de que "nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio" y la manifestación de ayer solo evidencia que votemos o no el 1-O, nos independicemos o no, el abismo entre Catalunya y España aumenta. 



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