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domingo, 20 de agosto de 2023

Japón versus España.

Vengo de dos semanas de viaje por el país del sol naciente con mi hija. Spoiler: nos ha encantado, como a todos los que van. Muy recomendable. 


La cultura oriental está de moda (Korea, Singapur, Japón...) y parece ser que este año "todo el mundo iba a Japón". Me alegro, es un post que interesará a esas decenas de miles de millones de turistas que hemos ido. Ya lo veo viral que te mueres: por fin. Mi minuto de gloria. 

Fuera bromas, no sé si erámos muchos turistas o pocos, pero he oído hablar más catalán que en mi barcelonés barrio muchos días. Tampoco es tan difícil. 

No quiero explicar (al menos no en este post) la ruta que hicimos, colgando fotos superchulas para dar envidia a los pringados que curran (como yo, que ya estoy de vuelta al trabajo) y deciros lo supermegamaximprescindible que es ir al templo de X o de Y (siempre al que no has ido es el mejor, ley de Murphy de los viajes). 

Lo que voy a contar es un poco más profundo y más deprimente. Viajar a Japón es viajar a una cultura mucho más civilizada que la nuestra. Sin más. 

Lo desarrollo. 

Es evidente que Japón tiene sus cosas: 16 suicidios cada 100.000 habitantes por año contra los 8,14 de España, hasta junio 2023 la edad del sexo consentido eran los.... 13 años!!! etc... Todas las culturas tienen sus defectos y sus lados oscuros y Dios me libre de idealizar nada a mi edad. 

Pero me niego a pensar que ninguno de los defectos (en especial los sucidios) tienen que ver con las virtudes que me han enamorado (y por lo que ha hablado a la vuelta con amigos que han estado en Japón, a ellos también)

Vayamos con ellas: 

1. Limpieza en las calles.

Hablo de lo que he visto pero en especial Tokio y Kyoto (Osaka ya no es tan perfecta). Es una limpieza relativa. ¿Qué quiero decir? Pues por ejemplo que vimos algunas zonas con deshechos de obra o colchones viejos que tenían pinta de llevar semanas (al menos) o que hay arbustos que en España arrancaríamos, seguramente de forma errónea. Pero me parecen cosas menores. 

Empezaremos por quitar una excusa que utilizamos aquí, algo que me impactó cuando lo comparas con Barcelona. NO HAY PAPELERAS casi y no hay containers de basura.  

Compras una botella de agua en una máquina de vending (las hay por docenas y con precios lógicos) y tienes que esperar a ver otra para tirarla. Pero papeleras, no hay. Y ni un papel en la calle, ni una botella extraviada. Casi todo el mundo lleva bolso o mochila: si te la acabas, a la mochila y ya la tirarás. 

Tiene esto que ver con un concepto de responsabilidad individual. Tú eres el responsable de tu basura: no el estado, Colldeboni o el alcalde de turno. La basura que produces es tuya y es tu responsabilidad que acabe en el sitio correcto.

En España la suciedad empieza por la gente: desde los papeles,a las colillas, las meadas de los perros (lo de que los dueños lleven agua y la echen encima ya es algo casi heroíco), las pipas o las bolsas de plástico. Y la solución, que limpie más el ayuntamiento (que tampoco estaría mal dada nuestra falta de educación).

Mención aparte merecen los grafitis que es una fijación que tengo desde hace años. En el caso de Japón por su ausencia,  que me parece un paradigma de lo que pasa en nuestra sociedad y en la suya. 

La RAE los define como "Firma, texto o composición pictórica realizados generalmente sin autorización en lugares públicos, sobre una pared u otra superficie resistente" . Yo lo traduzo: el 99% son gamberros con pinturas que ensucian paredes, En Barcelona no hay persiana que se resista. Ni arte urbano ni tonterías. 

Os pongo un ejemplo (y no de los peores ni mucho menos) de un parking para que opinéis del supuesto arte urbano y una de Tokio.

Barcelona

Con cero grafitis. Las ciudades, de entrada, son otras.

Tokio 

2. Seguridad (y sensación de seguridad que a veces no es lo mismo) 

Ni pasando por zonas claramente pobres por debajo de un puente (la típico imagen que si ves en una peli sabes que hay alguien con una motosierra al otro lado del puente, disfrazado de payaso, que te va a descuartizar) hemos tenido la más mínima sensación de peligro. 

Datos de 2022: 600.000 delitos en Japón y 1.000.000 en España (Japón tiene más del doble de población) 

Si ves que dejan las bicis sin atar por la calle es que algo funciona en ese país. O que la gente no coge el dinero (las monedas de los donativos en algunos templos están a la vista y sólo hay que alargar la mano). O que dejan el calzado sin vigilancia a la hora de entrar en los templos. ¿Os imagináis en cualquier gran ciudad española estas cosas? Yo sí: ni una moneda en el templo, la bici te duraba un día y volvias descalzo a casa. 

Y no hace falta que sean exconvictos: las monedas en el templo se las llevaría cualquiera pensando que es un pillo... el país del Lazarillo de Tormes



La forma de conseguir esta proeza es la educación. El sistema penal japonés es tan curioso como el país. El 99.9% de los juicios (true story) acaban con sentencias inculpatorias pero que raramente llevan a la cárcel. Los juicios en Japón se basan más en el arrepentimiento del delincuente y la afirmación de que no volverá a suceder que en el castigo. 

Por si fuera poco la inmensa mayoría de los delitos se resuelven lo que ayuda a hacer creer a la población que delinquir es una mala idea... 

3. Educación 

Me refiero a esa palabra un poco viejuna, lo que antes se llamaba civismo. 

Son silenciosos, molestar a los demás importa, no como en nuestra sociedad. Si vas en en el metro o en el autobús no incomodan a nadie. Leen, miran el móvil, van a la suya pero se preocupan de los demás. 

Pondré un ejemplo de lo que son ellos y lo que somos nosotros: no he visto ni una sola persona (he comido y cenado fuera los 14 días, he cogido trenes y metros por decenas) escuchando algo en el móvil sin auriculares. En Barcelona es casi la norma que dos personas se pongan a ver un video juntos (volumen a tope) o que al niño de turno le pongan La patrulla canina para que no moleste a los padres que cenan aunque molesten al resto del restaurante o a la sala de espera. 

Nadie habla por el móvil en el tren. No cruzan en rojo aunque no venga un coche en un kilómetro. 

Las actitudes poco cívicas que hemos visto, como intentar colarse en una cola en la que la gente aguardaba para hacerse una foto en el mejor sitio de postureo, han sido de turistas españoles. Seguro que han pensado que eran unos listillos. Vergonzoso. 

Con los turistas son muy atentos. A pesar de que su nivel de inglés es sorprendentemente bajo, se desviven por atenderte, siempre te dan indicaciones y te ayudan si ven que estás perdido. 

Es verdad que el turismo no se ha masificado como en Barcelona o en París y no deben estar cansados de tanto turista pero en Nara (el pueblo famoso por los ciervos) hay mucho guiri y te atienden con un 100% de amabilidad. 

Igual que las famosísimas puertas torii, rojo anaranjadas, que habría que inventarlas si no existieran por lo fotogénicas que son, el saludo japonés, agachando leve y brevemente la cabeza para dar las gracias es una maravilla. Si la camarera te trae agua en un restaurante haces ese gesto y ya le estás agradeciendo el servicio. Es cómodo y es agradable que con cualquier persona que interactues acabes dando unas sencilas gracias lo que no deja de ser una sucesión de "buenas vibraciones". 

Un viaje increíble que hubiera alargado una semana más (al menos) pero que me deja esa sensación angridulce de volver de una sociedad más avanzada a una especie de "jungla" en la que el respeto y el amor al prójimo y a los bienes comunes han dejado de ser valores que cuenten. 












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